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“Se está decidiendo cuál va a ser el Chile de los próximos 30 ó 50 años”

04 Diciembre 2019

Afirma historiador mexicano Carlos Aguirre, especialista en teoría de la historia y en movimientos sociales.

Como una moneda que está en el aire, sin que aún se sepa si va a caer cara o sello, define Carlos Aguirre, historiador mexicano de visita en la UV, la situación actual de Chile a consecuencia de las manifestaciones sociales. Está por definirse, dice, el futuro que tendrá el país en las próximas tres o cinco décadas.

Carlos Aguirre, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, es especialista en teoría de la historia y en movimientos sociales, y dictó en el Instituto de Historia y Ciencias Sociales la conferencia “Historia crítica, herramienta para los movimientos antisistémicos”. Su visita fue gestionada por Germán Alburquerque, académico de la referida unidad.

Consultado Carlos Aguirre sobre qué análisis hace del movimiento social en Chile y cómo podría encontrar una vía de solución, afirma: “Creo que es muy interesante lo que está pasando ahora en Chile, porque precisamente durante varios años anteriores de repente se pensaba que Chile estaba relativamente tranquilo, lo que tampoco es demasiado cierto. Hay que relativizarlo, porque hay que recordar que después de lo que se llamó el supuesto retorno a la democracia y todos los regímenes de la Concertación, hubo el movimiento de 2001 del mochilazo, luego hubo el de 2005 lo de los pingüinos, el 2011 el movimiento estudiantil. Y ahora yo creo que hay como una especie de acumulación de fuerzas, y a la vez acumulación de demandas, y que cada vez más todos los sectores chilenos se van sumando a esta revuelta”.

Añade el investigador que “lo que veo muy interesante es que lo que hace este movimiento actual en Chile es presentar una crítica al capitalismo, más allá de los regímenes neoliberales: creo que esta es una crítica al capitalismo, en un país en el cual por ejemplo se tiene la educación más cara del planeta, en el cual los servicios de salud son caros y además son malos, en el cual los salarios se han ido deprimiendo por la inflación y las pensiones han ido bajando por el proceso de privatización de las mismas de una manera verdaderamente escandalosa. Entonces, yo creo que esto deteriora las condiciones de vida de la gente, y que en un momento la gente tiene que estallar y decir basta”.

A su juicio, se trata de un proceso saludable. Dice: “Estoy muy impresionado de que se haya logrado convocar a un millón 200 mil personas el 25 de octubre, y tengo la impresión de que ahora la situación en Chile es como de una moneda que está en el aire y no se sabe si va a caer de cara o de cruz; quiero decir, creo que en este momento se está decidiendo cuál va a ser el Chile que los chilenos van a vivir en los próximos treinta o cincuenta años”.

Burla al movimiento popular

Según su opinión, “esta salida absurda de la clase política, el acuerdo de paz, creo que es una burla al movimiento popular, porque significa decir ‘esperen sentaditos seis meses’, para en seis meses decidir lo que va a pasar en un año, y para que en dos años y medio tengan Constitución. Eso es una burla al movimiento. Si se impone esta salida de la clase política, que es tratar de resolver las cosas desde arriba, va a haber más estallido social, va a seguir la insatisfacción y no va a haber una solución real de las demandas”.

En cambio, añade Carlos Aguirre, “si el movimiento se fortalece, si se vincula por ejemplo con el movimiento sindical y el movimiento de los trabajadores en Chile, si logra crear una red de asambleas y de cabildos que le den nueva fuerza y que logren, por ejemplo, una huelga general o un paro real de las principales ciudades de Chile, creo que entonces quizá puedan imponerle a la clase política y al propio gobierno la salida de que se haga una asamblea constituyente aquí y ahora, y que se organicen además cambios reales que resuelvan el problema del bajo salario, el problema de las pensiones, la educación, la salud, las demandas principales del movimiento”.

El movimiento puede avanzar

A juicio del profesor Aguirre, es posible pensar que la pelota está en este momento del lado de la cancha de los manifestantes y no del gobierno. “Y creo que depende de la capacidad que tengan de organizarse en una red de múltiples movimientos, que se consoliden. Porque lo que vivimos fue una extraordinaria, masiva y apabullante movilización, pero una movilización no es todavía un movimiento. Ahora, dentro de esta movilización hay muchos pequeños movimientos, pero que estaban dispersos, la cosa es si van a lograr todos estos movimientos articularse, para en un momento dado empujar una huelga general o un paro efectivo, pero un paro indefinido, que dijera ‘tomamos las ciudades principales de Chile y no nos vamos a mover de aquí hasta que nuestras demandas sean disueltas, hasta que se instaure una asamblea constituyente desde abajo e inmediata”.

Si lo anterior se logra, explica Carlos Aguirre, “creo que el movimiento puede avanzar; pero si no lo logra, si viene la represión, si viene la desmovilización por la aceptación de este acuerdo desde arriba, creo que Chile puede volver a la misma situación previa al estallido, siendo un Chile totalmente capitalista, neoliberal. Que además de veras es un poco vergonzoso, porque debo insistir en una cosa: esto que los carabineros han estado haciendo en contra de la población, hubo una mesa redonda de abogados en México y ellos decían que si eso aconteciera en México —y México no es un país muy desarrollado—, que de repente los carabineros con plena conciencia le apuntan a los ojos a los muchachos, eso hubiera provocado de inmediato la destitución del jefe de la policía; en segundo lugar, todos los carabineros que hicieron eso habrían sido juzgados y estarían ya en la cárcel, y en tercer lugar, muy probablemente el Presidente también habría caído o por lo menos estaría siendo enjuiciado”.

Esto, dice, “no ha pasado aquí; entonces, el riesgo es que todo esto quede impune y el riesgo es que se siga repitiendo esto y que sigan teniendo una educación cara y mala, una salud deplorable, unos servicios sociales y una seguridad por los suelos, y unas condiciones de vida de la población chilena que cada vez son peores. Por eso digo que se va a decidir el destino de Chile por otros treinta años: o que sea un futuro promisorio, liberador y donde la gente se empodere desde abajo, o donde se siga con la terrible situación actual”.

El académico mexicano se refiere también al miedo presente en la sociedad ante el saqueo y la destrucción: “Yo creo que eso está en parte inducido por el propio gobierno. En México también pasa: de repente el gobierno, para justificar la ferocidad y la violencia de la represión, disfraza a policías como si fueran manifestantes y los envía para que hagan destrucciones, para que hagan disturbios, para que hagan actos muy vandálicos, y entonces decir ‘ya ven, no podemos hacer otra cosa más que reprimir este movimiento. Yo no dudo que mucha de la violencia más extrema sea más bien de policías encubiertos o de soldados encubiertos, que están siendo usados como mecanismo para justificar la represión”.