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Violencia obstétrica: qué se esconde detrás del aumento de las cesáreas

22 Noviembre 2013

Cambios que afectan al proceso del nacimiento fueron analizados en un seminario organizado por la Escuela de Obstetricia y Puericultura UV.

Desde los albores de la humanidad, el parto ha sido considerado como uno de los procesos naturales más trascendentales, emotivos e íntimos que puede llegar a experimentar una mujer. Sin embargo, en las últimas décadas, como resultado de una serie de cambios culturales, científicos, económicos, sociales y tecnológicos, el nacimiento ha pasado a ser casi una intervención médica más, ojalá lo más segura, planificada y aséptica posible, e idealmente despojada de sentimientos y del protagonismo que primigeniamente tenían reservados en él tanto la madre como el recién nacido.

Este particular fenómeno, que poco a poco han ido avalando los profesionales de la salud e incluso las propias mujeres, ha hecho —por ejemplo— que la práctica de la cesárea se asuma hoy como el procedimiento más adecuado para dar a luz a un niño, siendo que es una operación que presenta una tasa de mortalidad que es cuatro a seis veces mayor que la del parto común o vaginal.

Asimismo, las deficiencias que existen en el ámbito de la atención del embarazo, parto y puerperio en los servicios de salud públicos y privados promueven esta realidad, la que en muchos casos se traduce en episodios difíciles o traumáticos para madres, hijos, médicos, matronas y otros especialistas.

Por tal motivo y con el propósito de analizar y reflexionar sobre el tema, la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la Universidad de Valparaíso organizó la jornada “Violencia obstétrica: claves para detectar, prevenir y abordar las secuelas del trauma y violencia en el parto en usuarias y profesionales”.

El encuentro contó con la especial participación de la destacada psiquiatra perinatal de la Universidad Autónoma de Madrid, Ibone Olza, y de la antropóloga médica de la Universidad de Chile, Michelle Sadler, quienes dictaron conferencias y participaron en mesas redondas donde intercambiaron ideas con estudiantes, docentes y mujeres que han experimentado el fenómeno descrito.

Sistema cultural

Para Michelle Sadler, el concepto de violencia obstétrica se debe relacionar más con un sistema cultural que con un problema específico.

Según explicó la antropóloga médica, el fenómeno es resultado de múltiples factores que se han ido concatenando a través de la historia, y en los cuya existencia todos los actores que intervienen en el proceso del nacimiento son responsables, en mayor o menor grado.

“Nuestra sociedad ha terminado por aceptar un sistema que tiende a patologizar el parto y a no asumirlo como algo natural, más allá de sus complejidades. Esto es resultado de una serie de elementos, como la desautorización de la mujer, la jerarquía autoasumida por el personal médico o el afán de no responsabilizarnos por los procesos fisiológicos de nuestro cuerpo, que hacen que hoy parezcan naturales maneras que son en verdad violentas”.

Al respecto, argumentó que desde hace más de 30 años la Organización Mundial de la Salud viene advirtiendo que la mayoría de los procedimientos e intervenciones vinculadas al parto son innecesarias, lo que también ha sido confirmado por evidencias médicas y científicas.

“A pesar de ello, insistimos en esta suerte de rutina. Hay que generar un cambio de paradigma. La excesiva tecnologización y el modelo socioeconómico, que tiende a privatizar la salud, promueven este sistema donde todo está organizado, definido y planificado, donde el parto se asume como una fábrica de producción de guaguas. Si hasta los seguros médicos reembolsan mejor por cesárea que por parto vaginal. Eso hace que en países como Chile exista una tasa de 50 por ciento de cesáreas y en España de 23 por ciento, siendo que lo que recomienda la OMS es que ésta no sea superior a 15 por ciento. Es decir, hay un incentivo económico en la salud privada y de comodidad en la mujer para proceder de esa forma. Los países que han entendido esto están generando cambios importantes. Por ejemplo, en Escandinavia y Holanda hoy se registra hasta un 30 por ciento de partos en la casa”, afirmó la antropóloga médica.

Justificación

La visión de la académica de la Universidad de Chile fue compartida por la psiquiatra perinatal de la Universidad Autónoma de Madrid, Ibone Olza, quien durante el encuentro se refirió al estrés postraumático que afecta a las mujeres, como secuela de la violencia obstétrica.

A su juicio, ésta tiene que ver con la medicalización excesiva, y en muchas ocasiones injustificada, del nacimiento.

“El parto es parte de la sexualidad, es algo natural y espontáneo para las mujeres. Una matrona debe atender un parto normal, pero debe saber cuándo avisar al ginecólogo cuando hay un problema para que intervenga. Hoy ocurre lo contrario. Hay intervenciones muy buenas. Las cesáreas son seguras, salvan vidas, pero eso no justifica que se hagan tantas. Además, independiente del tipo de parto, muchas mujeres sienten que no son consideradas en el proceso del nacimiento. Dicen sentirse agredidas en ese momento de gran vulnerabilidad. Estar desnuda frente a médicos y profesionales puede ser muy traumático, aunque para médicos y matronas sea la forma natural de trabajar”, sostuvo la especialista española.

Si bien para Ibone Olzen la responsabilidad es compartida, la relación que se da entre la mujer y el equipo médico es desigual. “La mujer lo acepta más por desconocimiento, por ignorancia y a veces por comodidad. Pero el médico y los profesionales de la salud pueden justificarlo de muchas formas, por seguridad, para planificar y atender mejor. Pero es a las mujeres a las que se les abre el vientre, y eso es algo muy serio”, concluyó.