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Región de Valparaíso es la que más donaciones de sangre aporta

14 Julio 2014

Profesor de Escuela de Medicina UV revela que el 2 por ciento de la población contribuye a la causa y apenas el 25 por ciento es voluntario.

En Chile, la recolección de sangre para transfusiones se reorganizó a partir de 1997, debido a la falta de donaciones y deficiencias que presentaban los antiguos bancos de sangre de los hospitales, que en la actualidad sólo operan como unidades de medicina transfusional intrahospitalaria.

Por tal motivo, el Ministerio de Salud estableció un nuevo sistema de centrales para hacerse cargo de la recolección, tratamiento y distribución de la sangre.

Inicialmente se crearon los centros de sangre de Valparaíso, que cubre las necesidades del territorio nacional comprendido entre Arica y Rancagua; el del área Metropolitana de Santiago, que presta servicio a todas las comunas del Gran Santiago, y el de Concepción, que está encargado de la zona comprendida entre Talca y el extremo sur. Debido a problemas logísticos, estos centros han modificado en parte sus áreas de cobertura.

El Centro de Sangre de Valparaíso aportó el año pasado 102 mil unidades de sangre a los 14 hospitales de la zona abastece, de las cuales 55 mil provinieron de donantes de esta región, la que en términos proporcionales es la que más aporta al sistema nacional, entendiendo que un donante puede dar origen a cuatro unidades de sangre, aproximadamente.

Importancia y escasez

Las transfusiones de sangre salvan vidas y mejoran la salud. Sin embargo, debido a la escasez de donaciones, en la actualidad millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a sangre segura cuando la necesitan.

Apenas una veintena de países cumplen con el estándar mínimo definido por la Organización Mundial de la Salud: que el cinco al diez por ciento de la población sea donante. Además, en dichas naciones el cien por ciento de los donantes son voluntarios, lo que asegura que la sangre recogida por sus sistemas de salud sea mucho más segura y de mejor calidad.

Chile se encuentra en una situación intermedia, pero muy por debajo del óptimo, ya que poco más del dos por ciento de nuestra población entre 18 y 60 años dona sangre. Es decir, 20 de cada mil chilenos lo hacen habitualmente, y de ellos sólo el 25 por ciento es un voluntario. El resto corresponde a donantes “de reposición”, hombres y mujeres que lo hacen para ayudar a un pariente o amigo que lo requiere ante una emergencia, operación o circunstancia especial.

“Hay tres tipos de donantes de sangre: el voluntario no remunerado o altruista, el de reposición y el remunerado. La sangre proveniente de voluntarios altruistas presenta menor prevalencia de VIH, virus de la hepatitis y otras infecciones transmitidas por la sangre, por eso es considerada de mejor calidad y más segura para las transfusiones”, explica el director del Centro de Sangre de Valparaíso y profesor de la cátedra de Hematología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, doctor Pedro Meneses.

Usos y productos

La sangre donada permite cubrir apenas los requerimientos a nivel nacional. En 2013, en Chile se realizaron 250 mil transfusiones y se concretaron 300 mil donaciones, pero como un porcentaje es rechazado y algunas unidades deben ser eliminadas porque caducan, la proporción es más que ajustada. Además, se requiere disponer de un stock de reserva para hacer frente a emergencias.

“No estamos tan mal, pero tampoco estamos bien. Diría que en nuestro país podemos cubrir las necesidades derivadas de las cirugías por concepto de trasplantes de órganos, tratamientos oncológicos y accidentes de tránsito, que son las principales episodios que requieren de transfusiones”, advierte el doctor Meneses.

De la sangre que se recolecta se obtienen cuatro productos: glóbulos rojos, plasma, crioprecipitados y plaquetas. Los glóbulos rojos son el producto más utilizado y una vez tratados pueden ser almacenados hasta por 42 días, aproximadamente. Las plaquetas, en tanto, pueden ser utilizadas con un margen máximo de entre cinco y siete días, dependiendo de si son sometidas o no a un proceso de inactivación viral. Y los plasmas y crioprecipitados duran hasta un año.

“Es decir, hay un margen definido por la oportunidad y la cantidad solicitada, que es finalmente el que determina si los stock de los que disponemos cubren los requerimientos de los hospitales o si se presentan brechas”, sostiene el profesor de la Escuela de Medicina de la UV.