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Plantas desalinizadoras: El mar como fuente de agua apta para consumo humano

25 Noviembre 2015

El doctor Humberto Díaz advirtió sobre los impactos de esta tecnología en el medio marino si no se aplica correctamente.

El 97,5 por ciento del agua que existe en nuestro planeta es salada y sólo una cantidad inferior al uno por ciento es apta para el consumo humano. Fenómenos como el déficit de las precipitaciones, la sequía y el cambio climático, entre otros factores, ha provocado la escasez del recurso hídrico y en algunas zonas incluso el consumo humano se ha visto restringido y racionado. Si en África subsahariana 330 millones de personas tienen problemas de escasez de agua, en América Latina y el Caribe este problema afecta a 38 millones de habitantes.

Las soluciones naturales no son suficientes y por eso conseguir la potabilización del agua del mar es una de las alternativas posibles. Mediante la desalinización del agua del mar se obtiene un recurso apto para el abastecimiento y el regadío y así lo evidencia la experiencia de Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos, que lideran el ranking de las naciones con mayor capacidad para desalar el agua.

Chile también ha confiado en la desalinización de agua de mar para el abastecimiento de agua bebible para su población, la agricultura y, en especial, para la industria minera. En la actualidad, están funcionando al menos diez plantas desalinizadoras en nuestro país y se proyecta la instalación de más de veinte, desde la Quinta Región hacia el Norte. Así lo señaló el doctor Humberto Díaz, biólogo marino de la Facultad de Ciencias del Mar y de Recursos Naturales de la Universidad de Valparaíso, en su conferencia "Plantas Desalinizadoras: Su Impacto en el Medio Marino y Recomendaciones de Diseño", que ofreció a académicos y estudiantes de pre y postgrado de carreras relacionadas al área.

“El problema es prácticamente ya no hay disponible agua dulce o agua de ríos. Napas subterráneas, tampoco. Lo que tenemos en forma infinita —en estos momentos— es el mar. Es una tecnología que hay que tratar de refinar para disminuir al máximo el impacto ambiental”, dijo.

El doctor Díaz explicó que la desalinización es una buena tecnología, pero es necesario en Chile “diseñar” los proyectos de la mejor manera posible y adecuándolos a la realidad local, para que el área ingenieril contribuya a disminuir o eliminar un eventual impacto al medio ambiente.

Asimismo, advirtió que en Chile son muy escasos los estudios publicados que permitan trabajar con parámetros científicos relevantes para el proceso de evaluación local.

Con respecto a los desafíos de las plantas desalinizadoras, desde el punto de vista medioambiental, destacó: la energía utilizada y su relación con las emisiones de CO2 (uso de combustibles fósiles), la contaminación por los pretratamientos químicos y anticorrosivos, los efectos de las descargas o aguas de descarte -que podrían dañar los acuíferos y ecosistemas acuáticos debido al contenido en sales-, la succión de agua con contenido de plancton (productividad primaria y secundaria), contaminación por ruido, emisiones gaseosas y escapes químicos.

“De las comunidades planctónicas depende todo lo que es la productividad de un área, de eso depende la presencia de especies de importancia hidrobiológica y comercial en los sistemas marinos. Es la base de todo”, subrayó.

“Como biólogos marinos y —en general— como profesionales de las Ciencias Marinas, tenemos mucho que aportar en este aspecto”, apuntó el doctor Díaz. “Hay muchas áreas y temáticas candentes que no están lo suficientemente profundizadas. Lo que falta hacer —en definitiva— es poder aumentar al máximo la información científica de las áreas y evaluar realmente los impactos, pero en forma directa. No usar —como se hace hasta ahora—bibliografía de publicaciones científicas de otros países, para proyectar el probable o eventual efecto que se pueda producir por una planta desalinizadora, es decir no importar el conocimiento: se requieren estudios generados en el país”, advirtió el académico.

El doctor Díaz aseguró que actualmente existen vacios en la normativa vigente, ya que, por ejemplo, Chile no posee una regulación que establezca límites máximos permitidos de descarga de aguas salinas a cuerpos de agua marinos. El artículo 11 Ley 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente señala que: “A falta de tales normas, utilizarán como referencia las vigentes en los Estados que señale el reglamento”. Estos países son: Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, España, México, Estados Unidos, Nueva Zelandia, Países Bajos, Italia, Japón, Suecia y Suiza.

Finalmente, y con respecto a la instalación de estas plantas, el académico recomendó: evitar hábitat sensibles (bancos naturales, AMERBs, etcétera), limitar la velocidad de la succión en la toma, utilizar mallas de filtrado de adecuado grosor, realizar las descargas alejadas de la costa, optimizar la dilución, realizar estudios del plancton en el área del proyecto y evaluar alternativas de diseño desde el ámbito ingenieril (hidráulica, filtros, torreta submarina, etcétera), entre otras recomendaciones.