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“Tenemos que dilucidar el rol de las humanidades y artes en la nueva institucionalidad”

03 Octubre 2016

Afirma el doctor Marcelo Arancibia Gutiérrez, filósofo, al referirse al anunciado nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología.

El acceso a recursos del Estado a través de fondos concursables sigue siendo un tema no resuelto para las humanidades y artes, por cuanto aún no se ha definido cómo funcionarán estos financiamientos una vez creado el nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología. Según opina el filósofo Marcelo Arancibia, doctor en Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología por la Universidad de Salamanca y académico de la Universidad de Valparaíso, “no se trata de quitarle a la ciencia para darle a las humanidades; creo que lo que hay que hacer es inyectar recursos en humanidades y artes”.

Arancibia es director del Centro de Estudios, Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Facultad de Humanidades UV, e integró la Comisión de Trabajo en Cultura Científica de Conicyt, que preparó el informe “Consideraciones para la definición y medición de la Cultura Científica en Chile. Propuestas para la Primera Encuesta Nacional de Cultura Científica y Tecnológica en Chile”, en 2014, y luego participó en la confección de la correspondiente encuesta nacional en 2015.

Presupuesto blindado

Respecto de la nueva institucionalidad, explica que el tema involucra una serie de elementos: “Tenemos que intentar dilucidar el rol de las humanidades y artes en esta nueva institucionalidad, incluso en la actual institucionalidad, asociada al ‘sistema nacional de innovación’; parece no estar clara dicha tarea debido a la falta de un modelo que integre las peculiaridades disciplinares, políticas y culturales. Aunque hay excepciones, como lo fue el equipo de expertos convocados por Conicyt con la finalidad de conceptualizar y medir la cultura científica y tecnológica en nuestro país, espacio interdisciplinar en que las humanidades tenían bastante que decir y lo hicieron reflexionando críticamente junto a investigadoras e investigadores del ámbito de la comunicación, biología, química, física y sociología. Es decir, sí hay una contribución real desde las humanidades: otra cosa es que se vea esa actividad silenciosa que realizamos como investigadores”.

Añade: “Sobre la paridad con ciencia y tecnología, sucede que nosotros no hacemos ni ciencia ni tecnología: lo que hacemos es investigar sobre ciencia y tecnología; sin embargo, nos miden con indicadores de productividad científica y tecnológica. Reflexionamos, identificamos los presupuestos filosóficos o intelectuales o teóricos de determinados modelos, y si es viable, cómo podemos aplicar dichos modelos con la finalidad de recoger información que resulte de utilidad a los diseñadores de políticas. Ahora, que eso valga más o menos…”

Y en relación al financiamiento, indica el académico: “Esperemos que todos recibamos lo mismo, pero aparece el típico problema de que se le quita algo a alguien para dárselo a otro. Es lo que yo me temo para la nueva institucionalidad chilena que se reclama para la ciencia y la tecnología. El caso español es muy similar: ‘Ahí tienen ministerio, tienen nueva institucionalidad, pero no esperen un mayor presupuesto’. No queremos eso; lo que queremos es que la institucionalidad se fortalezca, pero necesitamos presupuesto para hacer cosas. No se trata de quitar recursos ni a ciencia ni a ingeniería; lo que queremos es que a lo mejor se blinde presupuesto, a mi juicio, para humanidades y arte, que sea tan generoso proporcionalmente como lo es el de Fondecyt; es decir, que el esfuerzo sea igual de generoso. A eso creo que podemos aspirar”.

El doctor Arancibia enfatiza que “antes de eso, para evitar que nos apliquen indicadores de otras disciplinas, lo que tenemos que hacer nosotros, como humanidades y artes, es pensarnos en términos de qué hacemos y cómo creemos que podemos medir aquello que hacemos. Pero ese paso tenemos que darlo. No lo hemos dado a nivel nacional, aunque hay instituciones que lo han hecho para organizar sus sistemas de investigación. Tenemos que comunicar aquello que hacemos y conseguir que nos midan en función de ello, y ese es el valor”.

¿Utilidad?

En este punto, el doctor Marcelo Arancibia destaca un punto relevante: la utilidad. Explica: “Ojo: aquello que se hace no necesariamente tiene que ser útil, en el sentido práctico utilitario que se mide a veces la investigación. Porque si fuera ese el caso, tampoco tendríamos que financiar investigación en matemáticas o en determinadas áreas de la física. Porque no todo se tiene que medir en rentabilidad económica”.

Es decir, finaliza, “hay cosas que se pueden subvencionar, se pueden patrocinar y apoyar. Si bien el conocimiento y el aprendizaje son decisivos para el desempeño económico, de ahí no se sigue que todo conocimiento deba mercantilizarse, que es lo que al parecer ocurre en la actualidad. La subordinación de toda producción de conocimiento a la lógica de la competitividad internacional y la demanda del mercado es un error que las humanidades, artes, ingenierías y ciencias conjuntamente tienen que corregir. ¿En un ministerio que las reúna a todas?: claro que sí”.