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Cristián Figueroa: “Radrigán fue la voz de los sin voz”

17 Octubre 2016

Director de Escuela de Teatro UV, amigo personal del fallecido dramaturgo, pronunciará un discurso en su funeral.

“Juan es un dramaturgo fundamental, la radicalidad de sus discursos, su poética y su estética irrumpieron fuerte en un momento muy difícil para Chile, como fue la dictadura militar. Fue la voz de los sin voz, su teatro tuvo mucha efervescencia en poblaciones, sindicatos y en colectivos populares. El conocimiento de su obra radica en cómo supo leer un país lleno de pobreza y miseria, llevando eso de manera tan bella y tan cruda al teatro”. Así se refiere Cristián Figueroa, director de la Escuela de Teatro de la Universidad de Valparaíso, al fallecimiento del Premio Nacional de Artes.

Figueroa asistirá a los homenajes y al funeral de Radrigán, donde ha sido convocado para dar cuenta de una relación que traspasó la esfera profesional y académica, para alojarse en el más profundo sentido de cariño y respeto. Se conocieron cuando Figueroa ganó su primer premio con una obra de su autoría, en cuyo jurado estaba Radrigán.

“Quiso conocerme, lo digo con mucho orgullo y desde ese momento fue muy colaborador conmigo. Nos hicimos amigos, nunca trabajamos juntos, ni me hizo clases, pero me mandaba sus textos y me daba pudor tenerlos antes de los estrenos porque me pedía que los comentara. Eso se hizo habitual, nos juntábamos, nos visitábamos en nuestras casas, me apoyó mucho, escribió el prólogo de mi primera obra, yo sé que él me tenía mucho cariño y yo le tenía mucho cariño también. Esa relación la tenía con muchos, no solo conmigo, era un tipo muy solidario, apoyaba mucho a la gente joven”, agrega.

“El arte no debe estar ni cerca, ni lejos del poder, debe estar en contra”

Radrigán estrenó su primera obra a los 39 años de edad. “Escribió en plena dictadura y tuvo éxito, en un teatro perseguido, censurado, que no era promovido y no tenía apoyo del Estado, ni canales de comunicación. Luego lo fue tomando la academia, los grandes directores y se fue consolidando, pero nunca perdió la esencia de un teatro fresco, puro, de una crítica ácida, con mucha ironía. Siempre tuvo una mirada disidente, es un autor que tuvo todos los reconocimientos al final de su vida, pero siempre decía que el arte no debe estar ni cerca, ni lejos del poder, debe estar en contra”, señala Figueroa.

“El teatro lo fue a buscar, cuando había un momento de mucha oscuridad teatral lo empezaron a ver, estuvo acompañado de grandes directores que tomaron su obra, así como su propia compañía El Telón, o actores consagrados como Alfredo Castro o Rodrigo Pérez, quienes tomaron sus textos, pero Juan parte de abajo y nunca quiso salir de ahí, a pesar de todo el éxito, reconocimiento y premios que tuvo, siempre siguió viviendo en su misma casa humilde en Santiago”, indica.

El director de la Escuela de Teatro UV manifiesta que “su forma de vida era muy coherente con lo que mostraba en sus obras, era muy sencillo, afable, muy de pueblo. Era autodidacta, no tuvo educación formal, su madre era maestra y tuvo muchos oficios, fue dirigente sindical y librero en la calle San Diego, ahí se acercó más a la literatura y se metió al teatro”.

Figuera cuenta que la última vez que hablaron fue por teléfono hace unos diez días: “Me llamó porque estaba preocupado ya que una obra suya se presentó con muy poco púbico en Valparaíso. Le gustaba entregar sus textos a compañías jóvenes y hasta el final, sus trabajos tenían esa profundidad que lo caracterizaba, sus obras eran interesantes, porque era de pueblo. A menudo es considerado un gran relator, incluso para algunos es el

mejor dramaturgo del país, creo que ese calificativo le habría molestado mucho”.

Su relación con la Universidad de Valparaíso

Cuando Figueroa asumió como director de la Escuela de Teatro UV llamó a Radrigán para que se integrara como académico. “Me dijo que no le gustaba hacer clases, que prefería hacer talleres abiertos, justo coincidió con la toma del 2011, pero él siguió haciéndolos. Colaboraba con nosotros en algunos módulos, hacíamos residencia y siempre venía. Iba a venir este 22 de abril al homenaje a Shakespeare, pero no pudo, eso fue triste, porque después de eso no se levantó más”.

“Con la Escuela de Teatro UV siempre estuvo en contacto, venía a mis estrenos y a ver otras obras acá, hubo una relación muy personal. Apoyaba mucho a la gente joven, aunque parecía muy parco, era de la vieja escuela, de muy buena conversación. Lo voy a echar mucho de menos, lo fui ver a la clínica y después a su casa. En su funeral voy a hablar en calidad de amigo, no a todos le contestaba el teléfono en su casa y el último tiempo muy pocos lo podíamos ir a ver. El consuelo es que el teatro chileno va a seguir disfrutando de Radrigán a pesar que no esté, porque sus obras son fundamentales”, finaliza.

En mayo de 2012, y tras haber obtenido el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales 2011, la UV otorgó al dramaturgo la Medalla Universidad de Valparaíso. En la ocasión, el rector Aldo Valle agradeció a Radrigán su trabajo en la UV, así como el hecho de “haber escogido este oficio maravilloso que ha ejercido y desplegado con tanto talento. El país, y una universidad como la nuestra, debemos agradecer su sensibilidad”.

Por su parte, Juan Radrigán señaló que “yo no hago discursos: yo escribo teatro”, añadiendo que le producía extrañeza que le dieran premios, “si yo estoy tan tranquilo en mi pieza escribiendo”. Consultado sobre el significado que da a las distinciones, dijo: “No lo sé, no tengo idea, porque yo hago lo que me gusta, donde me siento cómodo; entonces que me den premios por eso es insólito para mí, es como extraño. Pero no deja de agradarme sí, ¿no ve que tenemos ego?”.