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Facultad de Arquitectura presentó documental “El color del camaleón”

01 Septiembre 2017

Andrés Lubbert, director de la película, y Francisco Sazo, académico de Humanidades, participaron en el conversatorio.

La Facultad de Arquitectura inauguró su segundo semestre académico con el prestreno del documental “El color del camaleón”, exhibición que contó con la presencia del director de la película, Andrés Lubbert, quien participó luego de un conversatorio junto a Francisco Sazo, académico de la Escuela de Humanidades y fundador del grupo Congreso.

En el documental, el director Andrés Lubbert indaga sobre la vida de su padre Jorge, quien durante la dictadura de Pinochet se convirtió en un instrumento de los servicios secretos chilenos, quienes lo forzaron a trabajar para ellos de una forma extremadamente violenta. Finalmente logra escapar de Chile a Europa, en donde se convirtió en un camarógrafo de guerra. Andrés realiza un retrato sicológico de su padre, y juntos indagan en las profundidades del pasado inconcluso de Jorge.

Símbolo de la resistencia

Durante el conversatorio, el director Andrés Lubbert señaló que “el documental muestra a mi padre resistiendo, convertido en un símbolo que lucha contra una dictadura que aplasta a la personas. No se transformó en un asesino como ellos querían, ya que su arma más grande era el amor y los valores de su madre. Nunca traicionó esos valores ni a su familia”.

Sobre el proceso de realización del documental, Andrés Lubbert explicó que “cuando tenía 19 años quería descubrir la historia de mi padre. Vine a Chile, aprendí español, entrevisté familiares y gente de Derechos Humanos, pero no tenía idea de lo que pasaba con mi padre, era incapaz de entender. A los 21 años mi tío Orlando me cuenta la historia y no la pude procesar, no entendía nada”.

“Un año después, mi padre me da un relato de 40 páginas basado en su terapia donde reconstruye su historia. Como hijo saber esas cosas de tu padre es complejo, porque además yo ya lo sabía sin que él supiera. Desde ese momento se fue gestando este trabajo”, explica.

“Este documental busca establecer un diálogo transgeneracional para hablar de los traumas del pasado, es la única forma de lograr sanarnos. He vivido en persona y lo he visto. Cuando los padres guardan silencio sobre cosas dramáticas del pasado, los hijos sufren, sin quererlo, porque se traspasa a otras generaciones. Lo he visto en Alemania, en Chile y en otros lugares. Los jóvenes tienen derechos a saber las historias de sus padres, aunque duela, porque el resultado al final es siempre positivo y sanador”, asegura.

Los opuestos absolutos

Francisco Sazo, académico de la Facultad de Humanidades e integrante del grupo Congreso, es amigo de Jorge Lubbert, realizó con él la película “Día 32” y además grabó una canción para el documental.

Presente en el conversatorio, Sazo indicó que “se supone que debo hablar como profesor de filosofía, referirme al bien y el mal; conozco a Jorge , somos hasta el día de hoy muy amigos. Es una de las personas más luminosas que conozco y este documental de su hijo, desde el punto de vista del corazón es una disputa entre la memoria y el olvido, entre la memoria íntima, personal, y la memoria colectiva, que no siempre están a la par”.

“El documental transita entre opuestos absolutos, el bien y el mal, la Dina, la CNI, el país que hizo gárgaras con la palabra muerte… Me hacen preguntar dónde estaba yo cuando él me necesitaba, aunque en ese momento no nos conociéramos. Aquí la filosofía no sirve, pero si la poesía, tal como dice Lihn, con la idea de cómo expresar el dolor y conmoverse con el otro”, explica.

“Andrés pertenece al bien, al lado de la luz; la CNI y la dictadura fueron lo opuesto, la oscuridad, el salvajismo. Lo primero que hacen los servicios secretos es encapuchar, cegar la vista, pero el hijo más pequeño de Jorge abrió la cámara para dejar entrar la luz y su persistencia es la de todos nosotros”, añade.

Sazo aseguró que “Jorge no tenía amnesia, sino un silencio profundo. El mal profundo del mundo es el poder total, pero la muerte no tuvo poderío, su hijo es una flor, es lo mejor de Jorge y sabiendo que la dictadura no tendría éxito, ni podría triunfar jamás la tiniebla sobre la luz, corre al rescate gracias al amor filial. Andrés rescata a su padre, lo toma en andas y lo cuida, no porque esté moribundo, sino para conjurar el odio. Por eso quiero agradecer a Andrés en nombre de todos los hijos de Chile”.