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Premio Nacional de Historia 2017 abrirá seminario en la UV sobre los cien años de la Revolución Rusa

10 Noviembre 2017

En la ocasión se presentará libro del historiador catalán Josep Fontana.

El Premio Nacional de Historia, doctor Julio Pinto, estará a cargo de la cátedra inicial del seminario “A cien años de la Revolución Rusa. La experiencia comunista en Chile”, que se desarrollará el próximo martes 14 de noviembre, en el auditorio de la la Facultad de Humanidades de la Universidad de Valparaíso, en Serrano 546.

La actividad es organizada por el Instituto de Historia y Ciencias Sociales en colaboración con los proyectos Fondecyt 1161095 “La izquierda chilena al alero de los procesos políticos latinoamericanos. Recepción y reconfiguración programática, 1949-1970”, 1171042 “Características y dinámicas históricas del conflicto político en Chile (1912-1952)”, 1150583 “Partido Comunista de Chile: cambios y continuidades de su imaginario y cultura política (1990-2010)” y 2130354 “Lucha de calles: voces y trayectorias de la protesta popular en Santiago de Chile, 1946-1969”.

En la ocasión, será presentado el libro “La Revolución Rusa y el futuro del progreso”, del historiador catalán Josep Fontana, coeditado por el Instituto y Ediciones Escaparate.

El siglo que no fue revolucionario

Pablo Aravena, director del Instituto de Historia y Ciencias Sociales, se refiere a la relevancia de abordar el tema de los cien años de la Revolución Rusa, así como de revisarlo desde el punto de vista chileno.

En primer término, dice, “todos los años se cumplen aniversarios de distintas cosas y no necesariamente se los recuerda. En torno a la Revolución Rusa tampoco ha habido una preparación como las de los bicentenarios ni mucho menos, sino que más bien es un acontecimiento que se ha tendido más bien a disolver. Y uno podría suponer o intuir algunos motivos, que son fundamentalmente de la política contemporánea. ¿Puntualmente qué?: parece que hoy no hay nadie que reconozca la herencia de la Revolución Rusa. Entonces, por así decirlo, es una tradición que se ha discontinuado o es una tradición sin sujeto. Quizá ese es el motivo por el cual va a ser rememorada únicamente como objeto de estudio historiográfico”.

En ese sentido, añade: “Lo bueno es que el tema puede ser históricamente despejado; por eso que este libro, ‘La Revolución Rusa y el futuro del progreso’, del historiador catalán Josep Fontana, va en ese sentido; o sea, cuál es la relación que se podría establecer entre la Revolución Rusa y nosotros. La tesis de Fontana es que hay un período, el siglo veinte, que se inaugura con la Revolución Rusa, en 1917, y que no obstante uno pudiera pensar que sería un siglo revolucionario, no fue un siglo revolucionario. La Revolución Rusa fue muy breve, se abortó tempranamente para convertirse en un proceso burocratizado, en la versión que conocemos de la Unión Soviética de Stalin”.

Continúa explicando Pablo Aravena: “Dice Fontana que fundamentalmente el siglo veinte no es un siglo revolucionario, pero sí el siglo de la revolución. En qué sentido: en que la revolución va a pasar a ocupar un lugar más bien imaginario, no tanto en los obreros, en los partidos políticos nacionales, sino fundamentalmente va a ocupar un lugar muy importante en el occidente capitalista. Aquí la Revolución Rusa va a construir un miedo, y ese miedo —que ahora sabemos era más bien imaginario— va a por ejemplo explicar muchas de las concesiones que hizo el capitalismo al mundo obrero. Y esas concesiones, en una palabra, es lo que conocemos como el Estado de bienestar”.

En los años ’70, cita Aravena a Fontana, “se produce una ruptura de esa tendencia. Entre el ’75 y el ’85, donde se única habitualmente la crisis del petróleo, pero también el inicio de lo que se llama el capitalismo postindustrial. También existe evidencia suficiente de que el mundo obrero ya no está organizado, de que la Unión Soviética presenta los primeros signos de fisura, y que por lo tanto ese miedo que se ha tenido a la revolución ya es insostenible. Y si es insostenible, por qué se debieran mantener las concesiones que se habían dado la mayor parte del siglo. Ahí se inicia una nueva fase, y ese ya no es el siglo de la revolución”.

En cuanto a Chile, expresa el académico: “Chile quizás es el primer lugar de la Tierra donde esa convicción de que existe algo así como un movimiento obrero que amenaza, se desvanece. No es tanto que el golpe de Estado haya terminado con los trabajadores, como que finalmente reveló que no estaban allí los trabajadores tan politizados y disponibles como las izquierdas lo suponían. Claro que había organización obrera, que fue destruida con la dictadura, pero no había una politización al nivel que se necesitaba y al nivel que se creía, como para por ejemplo defender la Unidad Popular. Eso no estaba”.

La actualidad

Respecto de si se ve otra suerte de amenaza de revolución que pudiera, de alguna forma, beneficiar a la actual clase trabajadora, con nuevas concesiones del capitalismo, el doctor Aravena señala: “Primero, ya es muy difuso qué sería un obrero, toda vez que el capitalismo ha cambiado su signo: ya no es un capitalismo de industria. Más bien, las industrias se sectorizan planetariamente en un sector —Asia, Medio Oriente—, con condiciones ni siquiera de explotación obrera sino más bien esclavista. Esa es la primera cuestión”.

Por otro lado, “la revolución industrial en el resto del mundo desaparece para ser reemplazada por un capitalismo de consumo o de servicio. Entonces qué es un obrero, o si están disponibles los obreros, es una cuestión ya compleja. Y aun así, uno podría decir ‘bueno, pero hay trabajadores, y esos trabajadores se podrían organizar’. Sí, pero sus realidades son bastante distintas a las realidades obreras que habían obedecido a la organización obrera. Entonces, yo diría que en gran medida estamos ante unas realidades inéditas. Y quizás el pasado no nos sirva mucho. O no todo el pasado”.