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Las crónicas niponas del profesor Patricio Winckler

13 Diciembre 2017

Académico de Ingeniería Civil Oceánica fue becado por la International Matsumae Foundation (MAE) para trabajar con el profesor Kenji Satake en el Earthquake Research Institute de la Universidad de Tokyo.

Patricio Winckler, académico e investigador de la Escuela de Ingeniería Civil Oceánica UV, se encuentra en la actualidad en Japón hasta marzo de 2018, becado por la International Matsumae Foundation (MAE), para trabajar con el profesor Kenji Satake en el Earthquake Research Institute de la Universidad de Tokyo.

Durante su estadía Winckler ha visitado la Universidad de Waseda, donde le ofrecieron enviar a estudiantes e investigadores a pasantías; en Tokyo City University se reunirá con ingenieros civiles de la Universidad de Tokyo, mientras que el viernes de esta semana dictará una conferencia en Hiroshima University. A ello se suman sus labores en el Instituto de Investigación de terremotos (ERI) de la Universidad de Tokyo.

A continuación, un extracto de sus llamadas “Crónicas niponas”, donde describe en su particular estilo el trabajo que se encuentra desarrollando en Japón:

“La International Matsumae Foundation (MAE) es una fundación creada en 1980, cuyo objetivo es promover el conocimiento de la cultura japonesa en un mundo en paz. Yosuke Watanabe, director ejecutivo de MAE, me comenta en un exquisito inglés adquirido en Boston, que desde sus inicios, la fundación ha seleccionado a 775 becarios, denominados visiting research fellows, de 115 países. Levantando la ceja derecha al menos un centímetro, enfatiza que en la última convocatoria, de los 182 postulantes, fuimos 23 los afortunados de 21 países tan dispares como Pakistán, India, Tailandia, Camboya, China, Nigeria, Camerún, Egipto, Túnez, Argelia, Lesoto, Malawi, Mozambique, Jamaica, Polonia, Ucrania, Bulgaria, Rusia, Grecia y Kazajstán. El énfasis este año, claro está, es en África, Asia y Europa, siendo yo el único latinoamericano de la cohorte. Con ello me sumo a los siete chilenos que han tenido el gusto de venir a degustar algo de la cultura académica nipona.

”Voy a trabajar con el Profesor Kenji Satake en el Earthquake Research Institute de la Universidad de Tokyo. Kenji Satake es un geofísico que en los ochentas impulsó el uso de “problemas inversos” para estimar las rupturas de los megaterremotos a partir de registros sismográficos. La técnica hoy en día se ha expandido al uso de registros de tsunamis y sistemas de geoposicionamiento satelital (GPS), con el objeto de tener una mejor idea de cómo se sacude la corteza durante un terremoto. Este coloso de la ciencia también ha cruzado caminos con la historia y la paleosismología, buscando extender sus descubrimientos a períodos de tiempo mayores a los que cubre la sismología instrumental. Me pregunto, sin advertir respuesta, si podemos aplicar estas técnicas para entender cómo se generó el meteotsunami del 8 de agosto de 2015, que estudiamos por largas trasnoches con Matsu Carvajal, Manolín y el Sepu. Por esas (no tan coincidentes) coincidencias de la vida, en su grupo están estudiando la zona de ruptura del gran terremoto del 22 de mayo de 1960 en Valdivia, el más grande de los registrados por el ser humano, además de otros terremotos tsunamigénicos ocurridos en Chile, como los de Maule 2010 e Illapel 2015, que me tocó sentir, ver y estudiar.

”En lo específico (y posiblemente tedioso para casi cualquiera), me interesa conocer algo sobre técnicas de inversión usando registros de tsunamis. Para ello diseñé un trabajo de tres meses, muy acotado, cuyo objetivo es partir con modelos muy simples (toy models, como les decía mi adviser Philip Liu en Cornell) e ir construyendo pieza a pieza un modelo más elaborado que permita evaluar la sensibilidad de la ruptura del terremoto ante cambios en el nivel del mar y las corrientes mareales que caracterizan canales como el Chacao…

”El sol naciente

”Son las 05:48 de la madrugada y despunta un tenue celeste en el horizonte cubierto de noche. En una hora amanecerá en el país del Sol naciente, 日本.

”Es buen momento para digerir algunas ideas que nacen de los ilimitados estímulos que asoman estando solo frente a una cultura nueva, con tiempo para pensar. El primero tiene que ver con una sensación de respeto que se percibe al recorrer las ciudades, contrario al mundo descartable de la cultura occidental. Ello lo siento en el anhelo nipón por preservar sus templos, por construir obras imperecederas o en cosas tan simples como acopiar la basura en forma eficiente (pues el espacio disponible en esta isla se ve y siente finito como para despilfarros). A diferencia de muchas ciudades cosmopolitas donde se sobrevalora el carisma como mecanismo para surgir en la manada, en Tokyo se respeta el silencio.

”Ese respeto se ve también en cómo honran a sus caídos. En el pequeño poblado de Arahama, ubicado en la costa de Sendai, por ejemplo, hay una estatua que homenajea a las decenas de personas que murieron ahogadas por el tsunami del 11 de marzo de 2011. Su cabeza coincide con la cota que alcanzó el tsunami en el poblado, detalle que se ha pensado como una muestra concreta de lo que ocurrió esa fatídica tarde. Japón tiene 300 años de historia de registros de tsunamis y numerosos landmarks indicando la inundación de eventos pasados, que han ayudado a científicos a cuantificar y a vecinos a tomar conciencia de la amenaza de ese mar que intranquilo los baña. Los memoriales, centros de visita y museos que rememoran este último evento se multiplican en las ciudades afectadas, siendo el más vivo reflejo de ellos la escuela básica de Arahama, que sirvió de refugio a un pueblito del que sólo quedó ella en pie. Ya me lo decía entre líneas el profe Marco Cisternas (tsunamista de antología en la microfauna chilena) mostrando un fósil de papel escrito en japonés: en la historia está la clave para entender la física de los tsunamis.

”En Chile, en contraste, no hemos dejado marcas de la inundación de tsunamis recientes, salvo tal vez aquellas sabiamente preservadas en el Astillero ASMAR, en Talcahuano. Salvo excepciones, tampoco hemos repensado cómo habitar un territorio por naturaleza dinámico, móvil, complejo, que dimidia el océano de la tierra segura. Se me vienen a la cabeza imágenes de Matsu Carvajal persiguiendo alguna traza de inundación en templos benedictinos que hoy no existen o al Sepu sacándole llamas al PC para estimar la incertidumbre de los modelos de inundación. Estando en ello me pregunto qué sentido tiene dedicar la vida a entender a esta madre natura indomable, sin encontrar una respuesta convincente. Me consuelo argumentando que producto del trabajo científico las ciudades japonesas se han vuelto a parar considerando la ocurrencia de tsunamis al momento de trazar la infraestructura, de definir zonas de amortiguación o de extender bosques para limitar el emplazamiento urbano. Pero esa respuesta pragmática evita cuestionarse algo más profundo, cual es la postura irreverente del humano frente a la naturaleza. ¿Qué dirá barbetas frente a mis cavilaciones algo infantiles?

”Para volver a la zona de confort, escupo algunas cifras sobre las consecuencias humanas, económicas y ambientales del tsunami de 2011, que reporta el IRIDeS:

15.884 muertos

2.636 desaparecidos

6.147 heridos

470.000 evacuados

561 km2 inundados

127.290 edificaciones destruidas

272.788 edificaciones semi destruidas

747.989 edificaciones parcialmente destruidas

2.981.000.000 toneladas de escombros

¥16.900.000.000.000.000 daños totales

”Son estremecedoras, pienso, pero siguen siendo cifras sin piel. El sol ya está arriba. Es hora de ir a conocer la Universidad de Waseda, cuna intelectual de don Rafa Aránguiz”.


Las “Crónicas niponas” del profesor Winckler están disponibles en los siguientes enlaces: https://www.facebook.com/patricio.w.grez/videos/10155834770914840/ https://www.facebook.com/patricio.w.grez/posts/10155840306149840 https://www.facebook.com/patricio.w.grez/posts/10155832440939840?pnref=story https://www.facebook.com/patricio.w.grez/posts/10155819982269840?pnref=story