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“Las condiciones del regreso al poder de las derechas las construyen las centroizquierdas”

05 Octubre 2018

Señala el sociólogo e historiador Massimo Modonesi, de la UNAM, analizando los antagonismos del siglo 21.

“Neomarxismo y neoliberalismo: pensar el antagonismo en el siglo 21” fue el coloquio en que intervino Massimo Modonesi, sociólogo e historiador de la Universidad Nacional de México, invitado por el Centro de Estudios Interdisciplinarios en Teoría Social y Subjetividad, CEI-TESyS, de la Universidad de Valparaíso.

El académico italiano radicado en México dictó la conferencia magistral inaugural, “Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismo y subjetivación política” y expuso en la mesa “Crisis de los progresismos en América Latina y perspectivas de la izquierda”, junto a Carlos Ruiz, sociólogo de la Universidad de Chile, con comentarios de Camila Rojas, diputada de la Izquierda Autónoma.

Consultado respecto de la crisis de los progresismos y el resurgimiento de las derechas, Modonesi señala que la causa se debe a que “en parte, hay un principio de alternancia, un principio de desgaste casi inevitable a la hora de gobernar. Eso sería lo más evidente, pero creo que hay un factor más: que realmente las condiciones del regreso de las derechas las construyen las centroizquierdas. Entonces no es sólo una cuestión casi, digamos, fisiológica, de la lógica de lo político, del ejercicio gubernamental, sino que creo que las expectativas fuertes que se generaron en gobiernos de izquierda en América Latina fueron frustradas por cierta involución conservadora de los gobiernos. Y esa involución conservadora de los gobiernos es en sí misma una derechización”.

Por ello, añade, “el pasaje de una izquierda que se disfraza de conservadora y termina siendo conservadora y una derecha franca, se vuelve menos abrupto, y esa idea de la alternancia es menos fuerte. No es que de repente hubo un giro, un cambio de régimen… Cambio de régimen quisieron hacer los gobiernos progresistas, quisieron plantear algo postneoliberal, algo de un signo cualitativo diferencial, pero siendo que no lo fueron, y que fueron administradores de cierta continuidad, con ciertas dosis de reformas y ciertas concesiones, al final el pasaje a un real gobierno de la derecha se vuelve en parte su responsabilidad”.

Desmovilización de las movilizaciones

Otro factor que influye en el posicionamiento de las derechas, explica Massimo Modonesi, no proviene del sistema de partidos políticos: “Se da en Chile, pero no sólo en Chile: hay actores movilizados que generan el clima que favorece la llegada de partidos y gobiernos progresistas, y resulta que esos actores movilizados se desmovilizan durante los gobiernos progresistas. Entonces, ya no son un empuje sociopolítico que sostiene un clima que permite la permanencia de los gobiernos progresistas”.

Esa desmovilización “en parte viene de la propia dinámica de los movimientos, y en buena medida viene de las lógicas de desmovilización que se producen desde los gobiernos. Entonces, los gobiernos progresistas, además de su propia involución conservadora respecto a sus alianzas, a sus políticas públicas, tienen también en su haber la responsabilidad de haber desmovilizado, en aras de conducir el proceso de arriba hacia abajo. Esto es una lógica estrictamente gubernamental estatal: inhabilitaron a aquellos actores que eran portadores de la agenda más profunda del progresismo, más social, y que no están en la arena de la disputa electoral en las cuales caen los progresismos, sobre todo cuando los ciclos son medio largos, diez años, doce años. Esos actores ya están desmovilizados, a veces fagocitados por la propia lógica administrativa de gobierno, a veces fragmentados, a veces en repliegue. Entonces tampoco son un factor de resistencia, de contrapeso frente a la derecha”.

¿Castigo a las izquierdas?

En el caso de las alternancias breves, como en Chile, se suele leer que la derecha gana elecciones porque los votantes castigan a la izquierda, ante la insatisfacción por el no cumplimiento de ciertos objetivos. Señala Modonesi: “Eso ocurre. En la especificidad de los chilenos creo que hay ese descontento de la izquierda frente a las experiencias de gobierno. Creo que lo que sucedió aquí de forma más significativa, que no ocurrió en otros casos en Latinoamérica, es un descontento de izquierda importante, que incluso capturó una cantidad importante de votos, mientras que en muchos países latinoamericanos no se da tanto eso, porque son gobiernos que cubren más el campo popular, más cargados hacia la izquierda, por su origen, etcétera, de modo que resulta que la insatisfacción no se expresa electoralmente, ya que no suele haber un polo de izquierda”.

Distinto es, en ese sentido, el panorama en Chile, “en que hay un polo de izquierda que alcanza el veinte por ciento de los votos. No hubo eso en otras elecciones. De hecho, creo que Chile es la única elección latinoamericana reciente en donde existe un polo a la izquierda, el progresismo, lo cual demuestra que ese progresismo es muy centrista, mientras que otros se cubren más a la izquierda electoral, pero tienen propuesta social e insatisfacción social”.

Un ejemplo es, apunta el académico, “el caso del PT de Brasil: siempre hubo un descontento de izquierda frente al gobierno de Lula, pero que no tuvo un polo político electoral desde donde aglutinarse; todas las candidaturas a la izquierda del PT, a la izquierda de Lula, de Dilma, eran candidaturas muy pequeñas”.

Movimientos sociales

Sobre qué papel juegan los movimientos sociales en los avances y retrocesos de los progresismos, explica Modonasi: “Los movimientos sociales generalmente activan situaciones y posibilidades de izquierda y de centroizquierda. El problema es que también son desactivados y por lo tanto no tienen un papel permanente en la dinámica política, y el progresismo tiende a ser escéptico, a no querer la molestia del movimiento social”.

Así, “no ha habido hasta ahora un gobierno que realmente cabalgara el hecho de la organización desde abajo, de la politización, de la lucha, que buscara tener una contraparte en el terreno del conflicto social, de la agitación social. Pensemos un ejemplo chileno: no ha habido nada como la dialéctica de la Unidad Popular, que se jugaba en iniciativas gubernamentales pero a la vez en movilización, en ocupación de fábricas, en los cordones industriales; no ha habido un gobierno que fuera en parte tolerante y en parte incluso propiciara una dinámica de construcción de poder popular. Ahora, si seguimos viendo la experiencia chilena, diría que se corre el riesgo de radicalizar un escenario, pero es un formato que permite ir mucho más lejos de los horizontes limitados a los cuales nos han acostumbrado los progresismos”.


[b]Elección en Brasil[/b] Respecto de si se puede adelantar qué resultados tendrá la próxima elección presidencial en Brasil, Massimo Modonesi expresa: “Está difícil, porque se polarizó. Creo que lo que pesa mucho es que hay un desgaste del PT, del progresismo, que va más allá del hecho de que Lula esté o no esté en la cárcel, eso es algo que se olvida”. Añade: “El PT y el gobierno estaban en crisis, más allá de que Lula sea un corrupto —que es una cosa muy discutible, porque seguro no lo es de la forma como se ha acusado, pero sí hay una forma de gestión de la corrupción de la que el PT es parte y Lula difícilmente podría decir que no estaba enterado—. El punto es que ese desgaste está y ese desgaste se va a pagar. Ahora, puede que la amenaza de un retorno de la derecha en Brasil produzca un efecto de voto casi cautivo del PT, como diciendo ‘no queremos esa derecha y no queremos perder aquellos efectos y políticas sociales que hemos obtenido’”. Entonces “hay tendencia contra tendencia; la tendencia inicial era que el PT estaba perdiendo, la contratendencia es que no hay una alternativa de derecha muy clara, y la alternativa de Bolsonaro es muy reaccionaria. Entonces la reacción puede ser que recupere el voto una propuesta política que estaba muerta, que fue resucitada por la victimización y el martirio, la persecución, el golpe a Dilma, la persecución a Lula, una propuesta que estaba en el suelo y que se recupera porque es victimizada. Y por otro lado, una derecha que muestra su rostro, incluso un rostro particularmente brutal; de por sí la derecha brasileña es una derecha oligárquica, pero además con ese rostro medio fascista. Esto puede producir casi que se resucite un muerto político, que no es Lula en sí mismo: es el proyecto PT”.