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En carrera de Música fue presentado libro “Gran sonata para violín y piano” de Nino García

25 Enero 2019

Proyecto fue desarrollado por profesor Juan Sebastián Cayo. Asistió la viuda del compositor.

A fin de difundir la obra docta y contemporánea del compositor chileno Nino García (1957-1998), el Centro de Investigación Musical Autónomo CIMA, junto a Ediciones Cluster, lanzaron el libro de partituras “Gran Sonata para Violín y Piano”, de su autoría, en la sede de la carrera de Pedagogía en Música de la UV.

Según explica el músico Juan Sebastián Cayo, miembro de CIMA y Cluster y académico de la citada carrera, la publicación corresponde a un proyecto financiado por el Gobierno Regional de Valparaíso, a través del Dos por Ciento de Cultura 2018. Se trata, explica, de “una obra compuesta el año ‘97, pocos meses antes de su muerte, una obra que no ha sido del todo difundida, puesto que la difusión de Nino García es bastante escasa todavía, lamentablemente; ha habido muy pocas partituras suyas, y hubo un disco, grabado en 1999, por el Fondo de la Música de aquellos años, cuando él recién había muerto, y que fue gestionado por Tomás Lefever y por María Eugenia Zúñiga, la viuda de Nino. Y hay algunas cosas en YouTube, pero más bien relacionadas con la música popular de Nino García, pero la música docta y más contemporánea no está disponible”.

Se hicieron 500 ejemplares de la publicación, que serán distribuidos en las presentaciones que haya de la obra, así como “en centros educacionales de música, de composición, de interpretación, para que realmente sea utilizado por la gente y se difunda la obra”, dice Cayo, añadiendo que esta propuesta editorial tiene como norte “revalorizar el patrimonio sonoro chileno a través del formato partitura. Esta vez hemos elegido a Nino García debido a que es un artista muy poco difundido en el siglo XXI, en el siglo XX menos aún, más que nada su música popular —en radios, televisión, actualmente en YouTube— se ha difundido, pero de obras de índole contemporáneo es muy poca la difusión y muy poca su interpretación. La idea es que los jóvenes conozcan a Nino García”.

Destaca el músico que CIMA trabajó a la par con María Eugenia Zúñiga, viuda de Nino García: “Ella nos proporcionó los manuscritos originales y pudimos trabajar la digitalización, porque todo lo que nosotros trabajamos era material manuscrito. Es harto trabajo, ya que que el trazado de mano nunca es igual al software”.

Una importancia grande

Para María Eugenia Zúñiga, la publicación de las partituras de la Gran Sonata para Violín y Piano “desde la perspectiva personal, tiene una importancia grande, porque es un hijo, ya que Nino y yo tuvimos partituras. Y además él es de Valparaíso. Siempre que escribía una obra ‒que generalmente lo hacía sin piano y sin nada, sólo con su lápiz y su genio‒ me decía ‘acabo de terminar esto, vamos a mirar el mar’ y me traía a Valparaíso. Cuando él hizo esta obra, que se demoró un poco menos de dos días, terminó como a las tres de la mañana y me dijo que viniéramos a mirar el mar, y nos vinimos. Entonces, que esto pase en Valparaíso y que sea el trabajo de muchachos de esta generación, es maravilloso”.

Añadió que “esto tiene una importancia muy grande para la música, para la Universidad de Valparaíso, para el mundo, toda vez que en el Centro de Extensión de esta misma Universidad en septiembre pasado Rubén Cáceres en flauta y el gran maestro Aníbal Correa en piano, que conoció a Nino de chiquito, tocaron magistralmente. Yo quedé impresionada, porque conocían la perfección de Nino. Y es en Valparaíso, insisto, donde veníamos a refugiarnos cada vez que él escribía algo. Así que es una felicidad absoluta”.

María Eugenia Zúñiga finalizó destacando emocionada: “Yo creo que este es un reinicio; siempre uno está empezando, a cada segundo cada partícula está empezando de nuevo, el universo se está autocreando y aquí hay una muestra de ello. A veces uno piensa que no sucede nada y que hay un desierto de indiferencia en una sociedad desprovista de valores, desprovista de sensibilidad, especialmente en los currículos de escuelas vulnerables, donde la música está ausente. Ojalá algún día nuestro país desarrolle la autoestima suficiente para poner a la par lo que es la sensibilidad y la cognición”.