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“Creo que los historiadores nos hemos olvidado de pensar”

08 May 2019

Afirmó Eduardo Cavieres, Premio Nacional de Historia 2008, en actividad en la UV.

Pensar la historia en los tiempos actuales, repensar la experiencia de mundo y enfatizar la necesidad de reflexionar son algunos de los elementos desarrollados en el libro “Representación histórica y nueva experiencia del tiempo”, editado por Pablo Aravena, director del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Facultad de Humanidades de la UV, que fue presentado en Valparaíso por el editor junto al director subrogante del Instituto de Filosofía de la misma unidad académica, Adolfo Vera, y el Premio Nacional de Historia 2009, Eduardo Cavieres.

El libro (Editorial América en Movimiento e Instituto de Historia y Ciencias Sociales UV, 2019) es fruto de un coloquio desarrollado en abril de 2018, en el que participaron catedráticos de Teoría de la Historia de todo el país, de modo que incluye artículos de autoría de esos académicos. Por este motivo, ya que muchos de los autores son de la capital, la obra se presenta en Santiago este miércoles en librería Ulises de calle Lastarria, con la participación de los académicos Isabel Jara (U. de Chile) y Claudio Rolle (PUC).

Respecto de la importancia de abordar el tema que da título al libro, explica Pablo Aravena que está dada “porque debe ser el tema fundamental para pensar la historia en este tiempo. La historia como género —porque además de una disciplina es un género, en la medida que es escritura—, lo que conocemos hoy día como historia, nace en el siglo 19, no antes que eso, y con una experiencia de mundo muy distinta a la nuestra. Hace mucho que los que hacemos clases intuimos que esa disciplina y ese género no hacen sentido a las generaciones, incluso a quienes dicen gustarles la historia. Hay un desfase entonces entre una experiencia de mundo y un género. Sobre ese problema es este libro”.

Esfera disminuida

Por su parte, y sobre el mismo tema de la importancia de abordar estos contenidos, el profesor Eduardo Cavieres afirma: “Creo que los historiadores en general nos hemos olvidado de pensar, y por lo tanto cada vez más la transmisión del conocimiento histórico —debido también a las imposiciones político administrativas, desde el Ministerio, desde las propias universidades— se ha convertido en formar profesionales de la historia, con los cuales hay que pasar ciertos contenidos”.

Por ello, añade, “ha disminuido esta esfera tan importante del trabajo de los historiadores, que es el pensar, que es el reflexionar, que es el proyectar conocimiento y, sobre todo, el de reelaborar conocimiento”. Desde ese punto de vista y en ese contexto, apunta Cavieres, “me parece que el trabajo que han hecho acá los historiadores que han estado presentes, bajo una muy buena dirección, es fundamental para recuperar ese objetivo del conocimiento, que es volver a dimensionar el mundo en que estamos, el tiempo, cómo se ha ido transformando, de qué manera los historiadores no solamente contamos cuentos del pasado, sino que también nos proyectamos en términos de lo que está aconteciendo”.

A ello se suma otro elemento, fundamental en la actualidad para el profesor Cavieres: “Cada vez más el pasado se nos está quedando muy atrás. Y más aún, nos estamos quedando atrás respecto a los jóvenes, a los millennials, a como quiera llamárseles. Ellos tienen otras dimensiones del tiempo, tienen otras dimensiones de la vida, y por lo tanto es bueno reflexionar sobre los aspectos que nos puedan volver a relacionar con las generaciones más jóvenes a partir de los problemas esenciales que tiene la Historia”.

Falta de motivaciones

Respecto de los millennials, a quienes se acusa de querer todo rápido y todo fácil, opina el Premio Nacional de Historia: “Yo creo que hay una falta de motivaciones y de entusiasmos, y que en el fondo la educación —en todos los niveles y también en la universidad— se ha venido convirtiendo en una actividad más, que no tiene esencialidades, que no tiene significaciones, de tal modo que equivocadamente muchos de los jóvenes piensan que están en la universidad porque tienen que estar, no porque quieran estar o porque deban estar: porque tienen que estar”.

En ese sentido, sigue, “menos estudios, facilidades en términos de transmitirles conocimiento en forma más entretenida, etcétera, son elementos que van disminuyendo el peso que tiene efectivamente un proceso de conocimiento. Entonces, creo que allí el problema fundamental es hacerles entender que ellos tienen un mundo muy, muy complejo, que ya está presente. La inteligencia artificial, la pérdida de trabajos tradicionales, las transformaciones en términos de los conceptos de educación, los cambios profundos en las relaciones sociales, etcétera, los van a pillar en muy mal pie, en forma muy débil, precisamente porque están desaprovechando una oportunidad de meterse en el tiempo que viene”.

Y ese meterse en el tiempo que viene, finaliza Cavieres, “no es cosa de hacerlo tranquilamente, sin pretensiones de nada, pidiendo que no se les esfuerce demasiado, etcétera. El problema de los jóvenes es al contrario: que tienen que meterse en un tiempo muy complejo, que no saben cómo se presenta, que no tienen idea de las complejidades que tienen, y que, bueno, no sabemos por dónde van estas transformaciones, y la única forma de ir en contra de la corriente es meterse en la corriente: hay que nadar y hacerle frente a la corriente”.