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“Mostramos la otra cara de las políticas públicas chilenas, la que invisibiliza a las mujeres”

10 Octubre 2019

Dice Alejandra Ramm, coautora de “Motherhood, Social Policies and Women’s Activism in Latin America”, recientemente publicado.

Mostrar cómo las políticas sociales están cruzadas con la discriminación de género y, lejos de permitir avanzar hacia una sociedad más igualitaria, han exacerbado las diferencias, es uno de los objetivos del libro “Motherhood, Social Policies and Women’s Activism in Latin America” (Maternidad, políticas sociales y activismo de mujeres en América Latina), coeditado por Alejandra Ramm y Jasmine Gideon, publicado por la editorial inglesa Palgrave MacMillan.

El libro, presentado este miércoles 9 de octubre en la Biblioteca Nicanor Parra, en Santiago, tiene además el propósito de mostrar internacionalmente el caso de las políticas públicas y su relación con el género en Chile, que “generalmente son muy alabadas por distintos gobernantes de distinto color político, y son destacadas por el Banco Mundial, por el Fondo Monetario Internacional, qué sé yo, pero sabemos que son políticas sociales absolutamente estratificadas socialmente, y además que producen y reproducen grandes desigualdades de género”, explica la doctora Alejandra Ramm, académica de la Escuela de Sociología de la UV.

A lo anterior se suma el objetivo, añade, de “mostrar cómo el Estado considera a las mujeres sólo en cuanto madres y no como ciudadanas, lo que tiene una serie de efectos negativos sobre las mujeres”.

Maternidad y maternalismo

Parte explicando la coautora qué diferencia hay entre maternidad y maternalismo: “El maternalismo es cuando la maternidad es transformada en un tema político y de política social. Es un concepto que nos interesaba destacar: la maternidad no sólo corresponde al mundo privado, como sostiene la típica idea de que es un asunto de mujeres; el concepto de maternalismo busca mostrar la dimensión pública de la maternidad, cómo el Estado considera a las mujeres sólo en cuanto madres y no como ciudadanas”.

Señala Alejandra Ramm que “a la vez, la maternidad se transforma en una muy fuerte fuerza de movilización política de las mujeres, precisamente por el predominio de los roles de género convencionales: si la mujer lucha en cuanto madre, es la única vez en que es escuchada, en que es legitimada; no significa que le vaya a ir bien, pero dado el predominio de los roles de género, si pelea como mujer, no va a pasar mucho, pero si pelea como madre, ahí su voz de mujer se transforma en una voz legítima en el mundo público y tiene más posibilidades de ser escuchada”.

El caso de Chile es similar y representativo de lo que sucede en América Latina. Dice la coautora: “Chile es un caso de estudio bien interesante, por eso la editorial nos avaló este libro, que tenía de todas maneras que referirse a América Latina. Y por qué es interesante: porque culturalmente compartimos mucho con América Latina; o sea, la mujer acá es endiosada en cuanto madre, el Día de la Madre es casi más importante que la Navidad, hay un discurso de ensalzamiento de las mujeres en cuanto madres muy grande, muy fuerte. Pero ese ensalzamiento de la maternidad se ha traducido en que muy tempranamente las políticas sociales en Chile fueron generizadas, y qué quiero decir con esto: que las mujeres sólo fueron incorporadas a las políticas sociales en cuanto madres, y eso se visitó siempre como un beneficio para las mujeres. Tenemos el pre y postnatal, la ley de sala cuna, todo esto como para proteger la maternidad, pero en realidad lo que eso genera es un efecto paradójico que es un gran castigo para las mujeres, porque entiende la maternidad sólo como un problema específicamente de las mujeres. Y hace competir el trabajo no pagado de la crianza y el cuidado con el trabajo pagado, dilema que no enfrentan por cierto los hombres”.

Desigualdades de género

En cuanto a políticas sociales en Chile, explica la doctora Ramm que a pesar de lo bien vistas que son a nivel internacional, están estratificadas socialmente y producen desigualdades de género: “Si uno ve los índices de pobreza, Chile —otra razón por la que es un caso de estudio interesante— tiene un ingreso per cápita altísimo, somos considerados un país rico por el Banco Mundial. Pero la distribución de ese ingreso es brutal, y no sólo en términos de clase, sino de género; o sea, el índice de pobreza de las mujeres es mucho mayor en Chile que en el resto de América Latina”.

Entonces, prosigue, “es un país que se vende como muy exitoso, cuyas políticas sociales son avaladas por las agencias internacionales, por los equilibrios macroeconómicos, pero son políticas sociales que generan una desigualdad profunda en términos de clase y también en términos de género. Entonces, este libro hace ampliar esa visión muy limitada que ha predominado en Chile y en el mundo sobre desigualdad económica, y muestra lo que está sucediendo en términos de género, ya que hay desigualdades que se producen en otras dimensiones, como etnia por ejemplo”.

Marca religiosa

Consultada sobre la influencia de la religión, específicamente la católica, en la valoración de la mujer como madre, Alejandra Ramm responde: “En el capítulo introductorio del libro —que escribí yo por lo demás—, lo que planteo es que básicamente la academia ha destacado mucho el carácter católico de América Latina en darle esta centralidad a la madre, y digo que esa es una lectura bien complicada, no porque el catolicismo no considere a las mujeres sólo en cuanto madres —en una visión muy limitada por cierto—, sino porque esa visión de alguna manera folcloriza y define como un rasgo cultural distintivo de América Latina esta centralidad, algo así como ‘mira tú qué exótico’”.

En el fondo, afirma la académica, “ese es un discurso que usan sectores conservadores para naturalizar la situación de sacrificio profundo que viven las mujeres. Pero ellas no lo viven por sus creencias religiosas, sino por las profundas desigualdades estructurales. Y ahí las políticas públicas juegan un rol relevante, porque son centrales en dejar a las mujeres solas con la crianza. De ahí el término de ‘mamita sacrificada’, o de ‘mamá luchona’, que lo encuentro bastante terrible. Y la explicación de esto la atribuyen a la figura de la Virgen María, entonces está todo bien, no hay nada que hacer. El libro va mucho en contra justamente de esa lectura, que de manera muy fuerte naturaliza, y por lo mismo hace invisibles, los sufrimientos de las mujeres. A la madre sacrificada no es que le guste sacrificarse, es porque la sociedad la lleva a eso, y las mujeres pagan un alto precio: pagan mayor pobreza, más depresión, menores ingresos, aislamiento social, son cuidadoras de los niños y después de los viejos”.

Recomendaciones de política pública

En consideración, dice Alejandra Ramm, a que “las recomendaciones de política pública son centrales en la tarea de la sociología, en el libro hay muchas recomendaciones de política pública. Una básica, por ejemplo, es incentivar la corresponsabilidad: mientras los hombres no entren a la casa en serio, a hacerse cargo del trabajo no pagado, el resto es música; y mientras las mujeres no accedan de verdad a posiciones de poder en la esfera pública, tampoco pasa mucho”.

Las áreas de política pública que la publicación aborda, agrega, “tienen que ver con derechos sexuales y reproductivos, con programas de capacitación laboral, con empleo pagado, con violencia de género, con vivienda, con salud materna”.

Asimismo, sigue la investigadora, “una de las tesis centrales del libro es que muestra cómo las políticas sociales están cruzadas con la discriminación de género, y lejos de avanzar por una sociedad más igualitaria en términos de género, han exacerbado esas diferencias. Y por qué el libro se centra en las políticas públicas: porque las políticas públicas sí juegan un rol importante en transformar. O sea, si bien han jugado este papel de reproducir la desigualdad, constituyen uno de los pocos ámbitos en los que se puede ejercer cambios: a través de la legislación, de los sistemas democráticos, etcétera. Son un ámbito muy importante, porque afectan la vida de todas las personas”.

Crímenes de género

Respecto de la relación de esta política pública desfavorable a las mujeres y los femicidios, señala Alejandra Ramm: “Acordémonos que por muchísimos años nuestro Código Civil establecía el matrimonio civil como una copia fiel —y sigue siendo bastante fiel— del matrimonio católico, y la fórmula es protección a cambio de obediencia. Eso significaba que si el marido opinaba que la mujer le desobedecía, tenía el derecho a castigarla. Y hasta el día de hoy, si la mujer va a los tribunales, a la policía, nadie piensa que el marido esté obrando mal. Hoy día, gracias a los medios de comunicación y las campañas de movilización feminista, hay más conciencia y es más difícil, pero eso estuvo y sigue estando avalado, por eso se trata de cambios difíciles. Por eso es importante el acceso a las posiciones de poder, porque desde ahí se puede ir transformando la legislación”.

Por otro lado, la socióloga destaca un elemento importante: “Uno de los capítulos del libro aborda el tema de la violencia de pareja íntima, pero entre parejas no heterosexuales —en este caso, parejas lesbianas—, y muestra cómo este predominio de la heterosexualidad deja a las parejas no heterosexuales totalmente desprotegidas. Además, está la construcción de que las mujeres no son violentas. Entonces, como la violencia es cometida dentro de parejas de mujeres, cuando se acude a Sernameg sucede que no están, no existen, porque se especifica que tiene que ser hombre y mujer. Eso es interesante en el libro: cómo este foco mujer/madre-hombre/proveedor deja en una desprotección absoluta a grupos importantes de la población”.

Publicación internacional

Respecto de a qué atribuye que el libro “Maternidad, políticas sociales y activismo de mujeres en América Latina” haya sido publicado por una editorial internacional y no una chilena, señala Alejandra Ramm: “Creo que en Chile ha avanzado el tema de género; sobre todo en los gobiernos de Michelle Bachelet, cuando se instaló en todos los ministerios la preocupación por el género. Creo además que hay una unidad sobre todo de mujeres académicas muy preocupadas del tema. Pero la Dirección de Presupuesto sigue siendo esencialmente masculina, lo mismo que el Ministerio de Hacienda, que la economía en general —sabemos que ahí es donde está el verdadero poder—. En ese sentido, es muy complicado publicar, porque de partida las ciencias sociales han sido bastante marginadas a un tema económico y masculino”.

Por ello, explica, “yo diría que afuera efectivamente hay más sensibilidad, aunque yo no miraría en menos el trabajo que se está haciendo acá. Por otro lado, nosotros pensamos, como equipo, que era una tremenda oportunidad publicar con esta editorial, porque permite dar visibilidad al caso chileno, y en ese sentido nos interesaba correr el velo, mostrar la otra cara, no la cara tan fantástica que suele mostrar a Chile como ejemplo para el Banco Mundial por sus políticas públicas, por el equilibrio macroeconómico y qué sé yo: queremos mostrar el costo humano y el costo para las mujeres”.

Finaliza destacando la investigadora que “en Chile está muy instalado el discurso de la pobreza y está muy poco instalado lo brutal que es para las mujeres. Evidentemente que hay diferencias por clase social, pero es muy difícil que una mujer, de la clase social que sea en este país, no pague un alto costo sólo por el hecho de ser mujer. Apelar a la maternidad algunas veces ha resultado en ganancias sociales; el problema es que las deja sólo en ese rol: no puedes apelar como ciudadana, sólo como madre”.