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Expertas analizaron el “buen vivir” en contexto del 8M

11 Marzo 2022

En conversatorio convocado por la Unidad de Igualdad y Diversidad de la UV y que contó con participación de la presidenta de la Convención Constitucional.

El conversatorio “Desde la lucha por el buen vivir en los territorios hacia la incidencia política por la trasformación social (ecofeminismo)”, que contó con la participación de María Elisa Quintero, presidenta de la Convención Constitucional, fue una de las actividades con que la Universidad de Valparaíso conmemoró el Día Internacional de la Mujer 2022. La actividad fue convocada por la Unidad de Igualdad y Diversidad y se transmitió vía streaming.

Las invitadas a exponer en el panel fueron María Paz Aedo, socióloga ecologista; Cristina Carrasco, economista feminista, y María Inés Barrera, dirigenta de Mujeres Modatima Osorno; junto a la referida María Elisa Quintero y Nicole Pastene, abogada, en representación de Osvaldo Corrales, rector de la UV, y Karin Berlien, directora de la Unidad de Igualdad y Diversidad.

En la ocasión, Karin Berlien explicó que el objetivo del encuentro era resaltar el trabajo y los aportes que han realizado las invitadas desde diferentes lugares, desde la construcción política, el trabajo territorial y de organizaciones sociales, como también desde el mundo académico, bajo el lema “Vamos por la vida que nos deben”. Destacó que “esta conversación es una provocación a la reflexión, la que tiene que ser colectiva”.

A su vez, Nicole Pastene agradeció “el trabajo y la lucha desde los territorios” de las invitadas, destacando el honor que significó para la UV contar con ellas para poner la lucha y la reivindicación de los derechos de las mujeres como un tema prioritario y transversal en todas las políticas de la organización. Relevó la importancia de haber dado pie este 8M “a un hito que va a ser histórico para la Universidad, que es la implementación de la nueva Ley sobre Acoso, Violencia y Discriminación, que afecta a las instituciones de educación superior”.

En la Convención Constitucional

En su intervención, María Elisa Quinteros, indicó que “me parece maravilloso que se aborde el tema del buen vivir, porque claramente es un tema que nos ha llegado muy profundo en la Convención, no sólo a las mujeres y los hombres que están en este espacio —que tienen más bien una perspectiva ecofeminista en su background—, sino también porque lo hemos estado aprendiendo, reforzando y viviendo a través de las hermanas y hermanos de los distintos pueblos originarios que conforman este espacio”.

María Elisa Quinteros explicó la diferencia entre los conceptos de “buen vivir” y “vida buena”, concepto muy antiguo este último que recogía una posición virtuosa frente a los vicios y pecados. “Hoy en día, como noción recientemente recuperada, el buen vivir se asocia a condiciones de desarrollo humano centrado en la mejora de las condiciones de vida, pero no sólo a costa del consumo y la competencia, sino sobre la base de la creación de un entorno social en que se respeten los Derechos Humanos y se propenda a la vida plena, pero en un contexto de modo de vida sustentable y en armonía con los ciclos de la naturaleza, la historia y los demás, en una forma de existencia en permanente respeto”, afirmó, subrayando el valor de “la coherencia entre el sentir, el pensar y el hacer”.

Destacó asimismo que el reglamento de la Convención Constitucional, que incluye la paridad y busca eliminar los patrones históricos de dominación, manifiesta un principio ecológico declarado, que implica el equilibrio, resguardo y cuidado de la naturaleza, el buen vivir de las personas, los seres vivientes y cada uno de los elementos que componen la naturaleza. Añadió que, del mismo modo, el reglamento de ética de la Convención también asegura el respeto al buen vivir. Y enfatizó que en la medida que el principio del buen vivir se vaya haciendo más extenso en la población, irá transformando el proyecto social en que cada constituyente está colaborando.

La naturaleza

La expositora María Inés Barrera, coordinadora de Mujeres Modatima Osorno, artesana y orfebre, contó que se declaró como ecologista al ver que hay ríos contaminados y un gran daño a la naturaleza, eventos antes los cuales nadie responde ni se hace cargo, aceptando mayoritariamente “lo que dicen las personas que tienen mejor status y tienen intereses creados”.

Lo anterior, dijo, demuestra que hay un problema con la educación, “porque nos han enseñado a todos por separado: según tu estrato social, has podido ver un lado o el otro”. Destacó la relevancia del período histórico actual, con un proceso constituyente y un gobierno que no es de derecha ni de la Concertación. Las organizaciones sociales, afirmó, tienen que estar presentes de manera transversal, porque son las que realizan un trabajo (que no es pagado) por toda la comunidad.

Luego, María Paz Aedo se refirió a la ecología política. Explicó: “Podemos entender la noción del buen vivir desde tres dimensiones que son muy desafiantes para el pensamiento occidental, y que tienen que ver con nuestra idea de tiempo, de espacio y de cuidado”. Detallando, explicó que se trata de un espacio de presente que se enfrenta a la idea de progreso o expectativa de futuro, “que lleva a una idea de progreso infinito en un planeta limitado, lo que resulta bastante descabellado si se piensa lógicamente. La idea de buen vivir, en cambio, se entiende como parte de una trama compleja de interacciones, en donde todo está afectando a todo —humano, no humano y tecnológico incluso— con codependencia, interdependencia e influencia recíproca permanentemente. El desafío entonces, afirmó, es hacerse cargo de esas interacciones en el presente, no en el futuro. Asimismo, los conceptos de ‘tener más es mejor’, con metas que nunca llegan, mientras en el espacio del buen vivir el desafío es presente: cómo puedo hacer para hacer la mejor versión de mí misma en el contexto de estas interacciones complejas siendo responsable con todas estas codependencias. Es una manera completamente distinta de entender qué es lo que importa”, apuntó, señalando que lo anterior implica una comprensión profunda de la necesidad de cuidado, porque “tengo que hacerme responsable de lo que implican mis actos, no en términos de mandato ni del deber ser cognitivo, sino en términos de lo deseable para vivir bien, para cuidarnos mutuamente y entre todas y todos”.

Críticas fundamentales

Posteriormente, Cristina Carrasco, ecofeminista, dio una mirada al sistema sociopolítico económico que estamos viviendo, presentando dos críticas fundamentales. La primera crítica, dijo, es al objeto de estudio: la economía siempre se ha centrado en el mercado (producción, consumo, distribución por mercado), y “aquí hay una ceguera patriarcal histórica, porque no ven, o no quieren ver, nada más. Con eso han dejado fuera dos ámbitos importantísimos. Primero, el ámbito del cuidado, es decir, todo lo que se hace fuera del mercado. Es el ámbito que cuida la vida (…), a lo largo de toda la vida, siendo siempre interdependientes, no hay ninguna vida que pueda vivir de forma independiente”. Esos cuidados están feminizados, racializados y estratificados por clases sociales, dijo, acotando que hay un tema económico fundamental: el trabajo de cuidado desde que nace la criatura hasta que salga al mercado laboral no es reconocido como tal, es invisible, y no existe cuando se fijan los salarios, de modo que se entrega una fuerza de trabajo al mercado muy por debajo de su valor, lo que es un gran beneficio para el sistema capitalista.

El segundo ámbito, continuó, es la naturaleza: “De ella se extrae todo, sólo lo transformamos, de modo que no producimos nada. Este sistema mantiene a la naturaleza semiinvisible en los estudios económicos, porque de ella saca una fuente de beneficios que es brutal. No podemos pensar que no somos ecodependientes”.

En cuanto a las críticas, la segunda tiene que ver con el objetivo, y mientras “la primera crítica es lógica, sensata, esta segunda tiene un tema ideológico y político. (…) El objetivo de este sistema capitalista no es otro que la acumulación de capitales en manos privadas. No es otro. (…) Es un sistema que tiene una avaricia infinita. Es decir, cada vez producimos más para ganar más y volvemos a producir más para seguir ganando más, estropee lo que estropee y me cargue y despoje lo que despoje. Porque, además, eso está en la definición del propio sistema capitalista”.

Ante ello, dijo, desde la economía feminista “lo que hacemos es desplazar este eje analítico político económico de la acumulación de capital hacia lo que llamamos la sostenibilidad de la vida. Es decir, es otro paradigma, y aquí hay un conflicto irresoluble —que no me vengan con políticas de conciliación: es irresoluble—: la lógica de la acumulación con la lógica de la vida no son para nada compatibles”.

Así, la sostenibilidad de la vida debería ser el preámbulo de la Constitución, afirmó, indicando que debe afirmarse sobre algunos principios: “Primero, debe ser universalista, poder aplicarse en cualquier territorio, no a costa de otras u otros, con una visión planetaria. Segundo, las personas estamos insertas en sistemas naturales, cada uno de los cuales tiene una tasa de reproducción propia que hay que respetar, de modo que hay que cambiar el concepto de escasez. Luego, el tercer principio es la eficiencia: hay que mirar la cadena completa de lo que se va a producir, lo que nos lleva a preguntarnos qué vamos a producir, cómo, dónde, bajo qué relaciones. Luego, cualquier análisis económico político tiene que tener en cuenta al mundo completo, no se pueden analizar producciones extrahogares sin tener en cuenta el hogar. Aquí surge el tema de los tiempos, ya la vida en el centro significa que primero vamos a mirar el tiempo de cuidado, cuánto tiempo requerimos para que las personas estén bien cuidadas, y partir de ahí fijemos el resto de los tiempos. Eso sería la vida en el centro y no este tiempo imperialista. Lo siguiente es considerar todo tipo de desigualdades (clase, sexo, género, etnia, raza, opción sexual, etcétera), no se puede priorizar a algunas por sobre otras. Y la última que nombro: hay que discutir la contradicción entre capital y vida en clave feminista, lo que significa incorporar las puertas adentro, el espacio del cuidado”.

“La sostenibilidad de la vida tiene que ser como un faro que marque hacia dónde vamos, aunque es posible que nunca lleguemos. Iremos paso a paso”, cerró la expositora.

El video con la conversación completa se encuentra disponible en

https://www.youtube.com/watch?v=YZs9CtmtAe4.