Premio Nacional de Diseño dictó clase magistral junto al destacado escultor Mario Irarrázabal.
Una exhaustiva revisión sobre los elementos gráficos y el diseño desde inicios del siglo XX hasta nuestros días realizó el arquitecto, diseñador y Premio Nacional de Diseño Oscar Ríos, como parte de su clase magistral en la Facultad de Arquitectura, instancia en la que estuvo acompañado por el destacado escultor Mario Irarrázabal.
Bajo el título de “Modernus, Chile en modo de lo nuevo”, Oscar Ríos analizó la evolución del diseño en objetos de uso común y cómo a nivel nacional de forma paralela se adaptaban las principales tendencias iconográficas de cada época. Sobre su encuentro con estudiantes, el Premio nacional de Diseño destacó que “es importante, me parece fantástico estar con las nuevas generaciones, quería venir, porque en esta universidad trabajé mucho y lo pasé muy bien, mi urgencia era llegar a los alumnos”.
Consultado sobre cuál sería su mensaje para los estudiantes, comentó que “es difícil, uno hace lo que siempre quiso hacer desde chico, para no tener que descubrir eso de adulto. Cada uno tiene la necesidad de hacer lo que hizo, por formación no soy de los arquitectos que queremos hacernos simpáticos a través de la política. No les daría ningún consejo, hagan lo que les gusta y sean felices, y el que tenga talento, que no lo olvide”.
“Aprendimos a no ser arquitectos que levantan torres altas del poder de otros, o donde la gente no puede vivir porque está hacinada, prefiero regalar a alguien una caligrafía con su nombre y no pido por eso. De chico pasaba metido en las revistas, recortaba las letras, por eso me importa el tipo de foto o la tipografía”, explica.
“Por ejemplo, la ropa es una manera de vestirse que uno aprende de chico, me gusta la corbata, sé elegir las adecuadas y está bien que el Presidente Boric no use, pero eso no significa que si viví antes que él no las use, porque en ese tiempo había gente que se vestía de esa manera, de ahí uno aprende”, sentencia.
Museo
Posteriormente expuso el escultor Mario Irarrázabal, cuyas obras se encuentran en las principales ciudades chilenas y extranjeras, contándose entre ellas “La mano del desierto” (1992) y “La mano de Punta del Este” (1982). Con estudios en Estados Unidos e Italia, ha sido ganador de innumerables premios y distinciones nacionales e internacionales.
El escultor valoró su encuentro con estudiantes de la Facultad de Arquitectura, señalando que “generalmente uno se lleva sorpresas con la gente joven, a veces se ven un poco desinteresados, pero la verdad es que tienen distintas maneras de captar las cosas. Fue un encuentro importante, no me gusta la parte teórica, porque creo que lo relevante es ver la obra”.
Sobre su obra “Monumento a la Solidaridad”, de 12 metros de alto, ubicado en la Avenida Argentina de Valparaíso que fue inaugurado en 1995 y quemado la madrugada del 29 de febrero de 2020, el escultor señaló que “no se puede restaurar, aunque la gente no crea, estaba hecho de madera. El esqueleto es de fierro, formidable, pero después venía pura madera, entonces no tiene sentido restaurarlo. Están averiguando si valdría la pena hacerlo en bronce, son platas mayores, pero habría que ver si se justifica”.
“No hay que tener mala leche, porque terrorismo hay en todas partes del mundo, si hay esculturas en público es algo que hay que enfrentar. Lo tengo en bronce en tamaño pequeño y me encanta, por el simbolismo que tiene la solidaridad también. Si se puede hacer, yo feliz, pero son cosas que dependen de platas fiscales”, aseguró.
En cuanto a sus proyectos actuales, cuenta que está trabajando en la donación de toda su obra a un museo: “El proyecto más importante que tengo es la donación de toda mi obra a un futuro museo, es un desafío precioso encontrar un lugar adecuado con arquitectos y paisajistas”.
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