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“No somos una especie más, sino que somos una especie que invadimos el planeta”

14 Septiembre 2022

Doctora María Inés Mudrovcic, en visita al Instituto de Historia y Ciencias Sociales, analiza la memoria y el Antropoceno.

“Los tiempos que desafiaron a la historia: desde la memoria al Antropoceno” es el nombre del seminario que realizó en la Universidad de Valparaíso la doctora María Inés Mudrovcic, académica e investigadora de la Universidad Nacional del Comahue, Argentina, invitada por el Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la Facultad de Humanidades y Educación.

Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional de Buenos Aires, profesora titular de Filosofía de la Historia en la Universidad Nacional del Comahue y directora del Centro de Investigación en Filosofía de las Ciencias Sociales y Humanidades de dicha institución, la profesora Mudrovcic es directora del Centro de Investigación en Filosofía de las Ciencias Sociales y Humanidades e investigadora del Conicet (Argentina).

En el seminario desarrollado en la UV, los temas abordados fueron tres: “Los presentes inactuales”, junto a Pablo Aravena (UV); “Los ‘otros’ temporales”, con Daniel Ovalle (UAI-UNAB) y “Des-aprendiendo a Occidente”, con Sergio Rojas (Universidad de Chile).

Explica María Inés Mudrovcic sus áreas de investigación: “Gracias a la invitación del doctor Pablo Aravena, vengo a trabajar algo que te trabajado toda mi vida, que tiene que ver con el tiempo y la historia. De qué manera el tiempo, que ha sido el presupuesto de la historia, pasó a primer plano y pasó a ser interrogado. Desde la década de los ochenta hasta el presente, en el ámbito de la teoría de la historia, en el ámbito de la filosofía de la historia, surgieron varias preguntas desde varios ángulos, que no solamente provienen de la academia, sino que también la academia se hace eco de lo que pasa en el espacio público. La primera gran interrogante que se abre para los historiadores es la época del ‘memory boom’, es la época post holocausto, es la época de la caída del muro de Berlín, la época de los fines de los terrorismos de Estado latinoamericanos, cuando están los juicios a las juntas en Argentina, cuando se interroga acerca de las víctimas y todo eso repercute en la ciencia histórica. Hasta ese momento, se pensaba como disciplina que estudia el pasado, el pasado separado del presente del historiador”.

Visiones de pasado y presente

Añade que el primer problema que se enfrenta entonces es “que se pone en cuestión esta separación tan tajante que se ha establecido entre el pasado y el presente. Entonces un grupo de historiadores comienza a interrogarse sobre ese pasado reciente, con todos los problemas que ello trae: problemas políticos, éticos. Hay otro grupo que se resiste. Y es cuando nace la historia del pasado reciente. Esa fue la primera vuelta de tuerca: que ese tiempo, que se daba por supuesto que era acerca del pasado, empieza a ser cuestionado y se transforma en memoria”.

Una nueva interrogante aparece “cuando la historia se encuentra con la antropología. Es decir, cuando la antropología muestra a otros que tienen experiencias temporales diferentes a las de Occidente; que no siempre el otro —que es distinto, que es no blanco, que es no occidental— experimenta el tiempo como lo traduce la historia. Ahí viene otro cuestionamiento desde otro lado: empieza el tema de los regímenes temporales, categoría acuñada por Hartog”.

En este sentido, apunta la investigadora que existe una “discriminación occidental: los otros son primitivos, no pertenecen a nuestro tiempo aun cuando estén viviendo en el presente. Eso es lo que Johannes Fabian denomina alocronismo: es expulsar al otro del presente. En el lenguaje cotidiano decimos que no pertenece a nuestro tiempo: ‘Los viejos no son del presente’, ‘es prehistórico’, es enviar al otro al pasado”.

El Antropoceno y la plaga

Volviendo a las interrogantes, hay otros grupos de historiadores: “Encontramos los historiadores postcoloniales, los que se interrogan por fuera del centro de Europa, desde la periferia. Y encontramos también historiadores latinoamericanos que cuestionan fuertemente este tiempo occidental que pone la historia. Y por último, el tema del Antropoceno”.

Explica entonces María Inés Mudrovcic qué significa este último concepto: “Hay mucha discusión en cuanto al nombre: Antropoceno, Capitaloceno... En definitiva, el punto importante es que la actividad humana ha dejado huella en el planeta. Somos agentes geomorfológicos, hemos trastornado la vida en el planeta; no somos una especie más, sino que somos una especie que invadimos el planeta y que provocamos cambios en él, lo que puede conducir a la extinción de nuestra propia especie”.

Este período no comenzó con el sedentarismo ni la agricultura, sino, señala la investigadora, “fundamentalmente con el proceso de la gran aceleración desde 1950. Es la huella del carbono, la utilización del combustible fósil que proviene del carbono, a gran escala, lo que ha provocado una contaminación generalizada y la falta de recursos, que es la pura aceleración del capitalismo. Y aunque parezca mentira, también es una causa el ascenso de la clase media: el ascenso a la clase media de la población china significa un alto grado de consumo, que implica un alto grado de consumo de recursos y de contaminación”.

Es decir, “somos una especie que devastamos; somos una especie que no tomó conciencia —y esto es culpa de Occidente— del gran divorcio que hemos establecido entre lo natural y lo humano. Que de golpe y porrazo, la pandemia nos vino a pegar un cachetazo y nos mostró que somos simplemente seres biológicos. Que nos morimos, que somos sociables, que cuando nos alejamos sufrimos, y que un virus nos contagia y nos mata. Y cuando uno habla de la especie humana, y nos pensamos como especie, choca mucho decir que somos plaga. Somos plaga en el sentido que estamos compitiendo dentro de un planeta con otros animales, con otras especies biológicas”.

Ética de futuro

Respecto de qué le parece la opinión de algunos especialistas que han dicho que el cambio climático global no se debe a la acción humana, María Inés Mudrovcic es tajante: “No lo creo, sinceramente creo que eso es desresponsabilizarnos y no tomar clara dimensión de lo perjudiciales que son las actividades económicas y extractivas realizadas en el marco de una economía ordenada por un capitalismo salvaje. Y muchas veces ese tipo de teorías están al servicio de intereses económicos. No olvidemos que mientras los países sean dueños de los recursos no va a ser una cosa fácil”.

Por ello, enfatiza, “tenemos que tener una responsabilidad hacia futuro, una ética de futuro, cosa que no es fácil. Estamos viviendo una época fascinante, una época de grandes cambios, una época en que lo nacional ha quedado pequeño, las economías son transnacionales y, sin embargo, lo micro sigue todavía gobernando nuestras vidas. Nos cuesta levantar la cabeza y mirar más allá”.

Género y Occidente

¿Sería diferente si la cultura no fuera patriarcal? Indica María Inés Mudrovcic: “El problema del género es un problema que curiosamente nace en el Occidente. Si miramos con atención otras culturas, vemos por ejemplo que algunos dioses orientales tienen una parte femenina y una parte masculina, porque se considera sabio tener ambos rasgos. La distinción sexual entre géneros y la distinción en el rol de lo masculino y lo femenino es una impronta judeocristiana que se seculariza, entonces crece en Occidente, y que al colonizar y ser colonizados por Occidente lo heredamos”.

Entonces, explica, “ese es otro parche que tenemos que solucionar. El género es un problema, entonces el feminismo nace precisamente y tiene que pensarse como una rebelión hacia la misma cultura occidental. La pregunta contrafáctica es si la cultura dominante no hubiese sido occidental, si la cultura que hubiese poblado al planeta no hubiese establecido esta dicotomía entre el reino de la naturaleza y el reino humano, esta supremacía de lo humano sobre lo natural, esta distinción entre lo masculino y lo femenino…”.

Para finalizar, María Inés Mudrovcic plantea analizar “la palabra recurso: la naturaleza es un recurso para ser explotado, la oficina de recursos humanos, el humano mismo es un recurso para explotar. Esta es una falta de respeto hacia el otro sobre la que hay que reflexionar”.