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“Crisis de Venezuela no puede solucionarse con una intervención externa ni una guerra civil"

17 Abril 2019

Sostuvo el doctor Gilberto Aranda, en charla organizada por Ingeniería en Negocios Internacionales en el Campus Santiago.

El analista internacional Gilberto Aranda lamentó que la situación en Venezuela se siga agravando debido a problemas económicos reales que se reflejan no solo en falta de alimentos o insumos básicos, sino también en los más de tres millones y medio de personas que han emigrado del país.

Sin embargo, el doctor y académico de la Universidad de Chile fue categórico en cuanto a que la solución a esta crisis “no puede ser ni una intervención externa ni una guerra civil”. Al respecto, dijo que “espero que todo el mundo político, de izquierda a derecha, de alguna manera estén pujando el carro de una negociación: una ruptura pactada o transición negociada”.

Así lo expuso durante la conferencia “Crisis en Venezuela” que se realizó en el teatro del Campus Santiago de la Universidad de Valparaíso, organizada por la Escuela de Negocios Internacionales. Esta actividad, a la cual asistieron estudiantes y docentes, fue presentada por el jefe de carrera en la capital, profesor Daniel Ferreira.

A juicio del doctor en Estudios Latinoamericanos de la U. de Chile, con el presidente Nicolás Maduro la situación política en Venezuela “cambió de color” respecto del periodo precedente de Hugo Chávez y, sobre todo desde 2017, se convirtió en una “forma autoritaria de poder y no democrática”. Además, expresó que normalmente las crisis económicas y humanitarias se transforman en crisis políticas, como en este caso.

“La situación en Venezuela es extremadamente delicada”, advirtió. Aranda explicó que la pugna entre el mandatario Nicolás Maduro y Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela y autoproclamado Presidente encargado del país, es finalmente por “la legitimidad”. El escenario hoy puede calificarse como un juego de suma cero, donde lo peor es que “están tratando de empujar a las fuerzas armadas” a su respectiva posición.

Frente a ese panorama, dijo, se visualizan tres opciones muy complicadas para el pueblo venezolano y para toda la región: una invasión, un autogolpe al estilo de Alberto Fujimori en Perú o un golpe de las propias fuerzas armadas, que hagan a un lado tanto a Maduro como a Guaidó. Estas dos últimas posibilidades “las veo como más cercanas”, indicó Aranda con preocupación.

Por ello recalcó que “el autoritarismo no se combate con balas” y que se debe “intentar por todos los medios el camino de la diplomacia” para evitar que Venezuela se llegue a transformar en una suerte de nueva Siria o Libia, aumentando con ello la crisis humanitaria que ya se vive en ese país y las olas migratorias hacia naciones como Colombia, Chile o Perú.

El profesor Aranda criticó que la “ayuda humanitaria” también se haya politizado, como lo ocurrido en Cúcuta (Colombia); ya que lo normal es este tipo acciones se realicen a través de terceros organismos independientes.

Por otro lado, defendió el actuar de Michelle Bachelet como alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos en el caso Venezuela, ya que ella sigue las directrices del secretario general de la ONU, António Guterres, y este organismo debe mantenerse lo más imparcial para facilitar el diálogo entre las partes en conflicto, según comentó.

Maduro no es Chávez

El doctor Aranda inició su exposición con un recuento de los hitos de la historia política de Venezuela. Planteó que hay que comprender el surgimiento de Hugo Chávez como una respuesta a la exclusión de las clases populares en una democracia “restringida y limitada” que caracterizó al periodo de consenso político bipartidista conocido como sistema o pacto de Punto Fijo (por el lugar donde se firmó el acuerdo), tras el fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez (que duró de 1952 a 1958). Aunque el culto a Bolívar en cuanto héroe no era nuevo en el país, el chavismo lo convirtió en “ícono de un nacionalismo radical”, fundamentó el académico.

A juicio del experto, la Constitución Bolivariana impulsada por Chávez tenía elementos “muy interesantes”, ya que abrazaba una “democracia participativa” que contempla elementos de democracia directa. En ese sentido, destacó la posibilidad de terminar anticipadamente el mandato de un gobernante mediante un referéndum revocatorio o que las iniciativas legislativas pudieran nacer de la sociedad civil y no exclusivamente de los representantes políticos.

La figura de Chávez en Venezuela tuvo dos etapas. Durante la primera, se mostró cercano a la socialdemocracia y “coqueteaba con las ideas de Tony Blair”, según Aranda, quien es coautor del libro “Bolívar Según Chávez: Ensayo de una Tendencia”. Pero después del intento de golpe de Estado que sufrió en 2002, asumió una visión más radical de rechazo al neoliberalismo que se expresó en la frase “socialismo o muerte”. Con todo, el mandatario enfrentó catorce elecciones y perdió solo una en 2007, en la cual los estudiantes universitarios asumieron la oposición.

De modo que Chávez no podía ser cuestionado desde la esfera de legitimidad, a diferencia de lo que ocurre hoy con Maduro que comenzó a tratar de disminuir el peso político de la oposición a partir de 2015, cuando esta ganó las elecciones legislativas. “El punto de quiebre fue 2017, en que llamó a una nueva Asamblea Constituyente”, indicó Aranda. Se recordará que posteriormente se realizaron elecciones presidenciales, en las que la oposición decidió no participar.