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Destacado liquenólogo colombiano visita la Facultad de Farmacia e impulsa nuevas alianzas científicas en la UV

03 diciembre 2025

El investigador Roberto Dávila, con más de 30 años dedicados al estudio de líquenes, visitó la Facultad de Farmacia de la Universidad de Valparaíso para impartir un curso de taxonomía, dictar una clase magistral y proyectar futuras colaboraciones internacionales. Su visita fue organizada por las profesoras Cecilia Rubio y Natalia Quiñones en el marco del proyecto UVA2399.

La Facultad de Farmacia de la Universidad de Valparaíso fue escenario de una intensa agenda científica con la visita del destacado biólogo colombiano Roberto Dávila, especialista en líquenes con más de tres décadas de trayectoria. Invitado por las profesoras Cecilia Rubio y Natalia Quiñones —académicas de la Escuela de Química y Farmacia y encargadas del herbario de líquenes de la Facultad—, el profesor Dávila dictó un curso de taxonomía, ofreció una clase magistral a estudiantes y sostuvo reuniones orientadas a fortalecer colaboraciones internacionales.

La visita se desarrolló en el marco del proyecto institucional UVA23992: “Hacia nuevos desafíos del desarrollo estratégico institucional: Construyendo la ruta de la acreditación integral”, que contempla el fortalecimiento de redes y capacidades científicas. Para las anfitrionas, traer a un investigador como el profesor Dávila tenía un profundo sentido académico.

“Estábamos muy interesados hace mucho tiempo en traerlo y finalmente lo concretamos”, explica la profesora Cecilia Rubio. “Roberto lleva la vida trabajando en taxonomía liquénica, que es una especialidad muy importante, porque es el punto de partida para todas las investigaciones”.

Durante dos semanas, el profesor Dávila acompañó a estudiantes y académicos en sesiones prácticas y teóricas destinadas a comprender en profundidad estos organismos simbióticos, formados por un hongo y un alga, fundamentales para monitorear la salud ambiental.

“Ellos son los que nos mandan el telegrama silente de cómo está el mundo”, señala el investigador. “Si tengo un bosque con buena diversidad de líquenes, digo: el bosque está bien. Si llego a una ciudad y hay muchos líquenes, digo: la ciudad no está contaminada”.

Esa capacidad de revelar la calidad del aire y la presencia de contaminantes —desde azufre hasta metales pesados— es lo que convierte a los líquenes en centinelas ecológicos. Su sensibilidad es tal que pueden desaparecer rápidamente ante variaciones en la atmósfera: “Como no tienen estructuras que los protejan, cualquier cosa les penetra. Por eso son excelentes indicadores de contaminación ambiental”, explica Dávila.

La experiencia fue especialmente valorada por los estudiantes que participaron del curso “Estudio taxonómico de líquenes”. Ocho asistentes de distintas disciplinas —desde biología hasta ingeniería forestal y química farmacéutica— abordaron los fundamentos para identificar géneros y familias utilizando claves taxonómicas y pruebas de laboratorio.

Para Sebastiana Cortés, estudiante del Magíster en Ciencias Biológicas mención Biodiversidad y Conservación UV, el curso marcó un antes y un después: “Me pareció un curso excelente y pertinente para profundizar los conocimientos sobre líquenes. En pregrado tuve muy poco, así que esta fue una oportunidad increíble para mi formación como bióloga”. También afirmó que su interés va más allá de lo académico: “Me gusta mucho ir al cerro y siempre veo líquenes en árboles y rocas. Para mí, no conocerlos era como ‘soy bióloga, debería saber’. Además, hoy la contaminación ambiental es un tema urgente. En Quilpué, donde vivo, es muy alta. Y claro, uno no ve líquenes en la ciudad; solo están en los ecosistemas donde el aire todavía está sano”.

Para el investigador, formar nuevos especialistas es una necesidad impostergable: “Hace falta más gente que estudie líquenes. Hay que estudiarlos sí o sí, porque ellos nos dicen muchas cosas”, afirma. Su mensaje final apunta a consolidar una comunidad científica que continúe desarrollando esta línea de investigación en Chile, país que, recuerda, posee una enorme diversidad liquénica, especialmente en el sur.

La visita también permitió avanzar en un trabajo para el herbario de líquenes de la Facultad, donde el investigador colaboró en la revisión y confirmación de especies. En este punto, el recuerdo de la destacada profesora Wanda Quilhot —referente internacional en el estudio de líquenes y exacadémica de la UV— estuvo especialmente presente. “Ella fue una taxónoma destacada, estuvo muchos años en la universidad y tiene incluso un liquen que lleva su nombre”, subraya Dávila, quien compartió expediciones científicas con Wanda Quilhot, y añadió una propuesta simbólica: “Ese herbario debería llamarse Wanda Quilhot. Ella trabajó mucho en líquenes; casi todos los sobres fueron recolectados por ella”.

De esta agenda quedó también el compromiso de nuevas colaboraciones con miras a postular proyectos conjuntos y consolidar un polo de investigación liquénica en la región.

Nota: Pamela Simonetti