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Proyecto Anillo Disonancias presenta avances tras tres años de investigación sobre institucionalización de género en universidades chilenas

10 diciembre 2025

El equipo expuso los principales resultados de su estudio, que analiza tensiones, avances y desafíos en la implementación de políticas de género en instituciones de educación superior.

En una jornada que reunió a investigadoras, académicas, académicos, autoridades universitarias y representantes de comunidades, en la sede Las Heras de la Universidad de Valparaíso, el Proyecto Anillo “Disonancias. Comunidad, Universidad e Irrupción Feminista” presentó los resultados obtenidos tras tres años de investigación dedicada a comprender cómo las demandas feministas de los últimos años han impulsado —y tensionado— los procesos de institucionalización de género en las universidades chilenas.

El proyecto, dirigido por la académica Andrea Vera, del Instituto de Matemáticas de la UV, analiza los efectos de la Ley 21.369 y los cambios que esta ha generado en las comunidades universitarias, sus políticas y sus formas de abordar la violencia de género. La investigadora explicó que la jornada se realizó en un momento clave:
“Originalmente el proyecto finalizaba en noviembre de 2025, pero obtuvimos una extensión de seis meses. Aun así, sentimos que era importante presentar los avances que ya tenemos y comenzar a cerrar los últimos cabos sueltos para concluir formalmente en mayo”, señaló.

Tres ejes y múltiples voces

El Anillo Disonancias ha desarrollado su trabajo en tres ejes principales: investigación, comunicación y transferencia, y formación de capital humano avanzado. Esto se ha traducido en publicaciones académicas, materiales pedagógicos, un pódcast, sketchnotes y actividades de intervención en comunidades no académicas, como municipalidades y colegios.

En cuanto a los hallazgos, el equipo ha trabajado a partir de cuatro líneas de análisis: Voces de estudiantes universitarias que fueron voceras del movimiento feminista de 2018. Revisión crítica de documentos institucionales obligatorios por ley —políticas integrales, protocolos de denuncia y formularios— en 22 universidades adscritas a la gratuidad. Funcionamiento de las unidades de género. Y experiencias de interventores en masculinidades.

Según la doctora Vera, los resultados del estudio confirman que la Ley 21.369 constituye “un avance del que no podemos retroceder”. No obstante, advirtió que su aplicación —aún en una etapa temprana— ha puesto en evidencia diversas debilidades. “La implementación de la ley es reciente y, por lo mismo, no va a ser perfecta en un primer momento”, señaló. A su juicio, uno de los principales desafíos es el desarrollo del modelo de prevención mandatado por la normativa, que considera “el menos avanzado y el que necesita más imaginación política”. Esto contrasta con el modelo de sanción, que ha sido más fortalecido.

“Las universidades han avanzado más en sanción, porque es un camino más directo. Sin embargo, creemos que el modelo de prevención requiere mucha más imaginación política, más creatividad”, planteó.

Para la investigadora, avanzar en prevención es igual o incluso más importante, ya que implica comprender la violencia desde un enfoque comunitario: “No es algo que ocurre solo entre dos personas: afecta a toda la comunidad”, afirmó. Por eso, insistió en la necesidad de promover estrategias creativas, integrales y sostenidas que permitan enfrentar el problema desde una mirada más amplia y comunitaria.

Tensiones, nudos críticos y desafíos

La jornada contó con la participación de investigadoras, académicas, académicos y autoridades universitarias, entre ellas Soledad Narea, directora general de Desarrollo Institucional y Aseguramiento de la Calidad; Francisca Rosenkranz, directora de Investigación, y el decano de la Facultad de Humanidades y Educación, Pablo Aravena.

Durante la presentación, cada integrante del equipo expuso resultados vinculados a los “nudos críticos” que dieron origen al Anillo. De acuerdo con las investigadoras, el proyecto Anillo se enfoca desde el inicio en las disonancias. Son esos puntos donde hay conflictos, hebras sueltas o tensiones que exigen nuevas preguntas: ¿Qué entendemos por violencia? ¿Qué es prevención? ¿Qué efectos tienen realmente los protocolos? Serían preguntas que no están resueltas y requieren espacios de discusión más abiertos y pedagógicos.

La investigadora subrayó también el valor del trabajo de transferencia del proyecto: “Lo que hemos producido —material pedagógico, pódcast, insumos para la docencia— queda a disposición de la sociedad. Son herramientas que cualquiera puede usar, adaptar y pensar desde sus propios contextos”, sostuvo.

Proyecto asociativo

El equipo del proyecto Anillo está integrado por investigadoras de diversas universidades del país. Lo lidera Andrea Vera, de la Universidad de Valparaíso, junto a Claudia Montero, directora alterna, académica de la Facultad de Humanidades y Educación UV. También forman parte como investigadoras principales Sandra Vera, de la Universidad Alberto Hurtado; Tamara Vidaurrázaga, de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano; María Antonieta Vera, de la Universidad de Chile, y como investigadora asociada, Lelya Troncoso, conformando un grupo interdisciplinario y de amplia representación institucional.

A ellas se suman investigadoras asistentes, personal de comunicaciones y transferencia, tesistas e investigadora posdoctoral. Para la directora, este componente colectivo es uno de los grandes aportes del proyecto: “Pensar con más investigadoras es un lujo. Los proyectos asociativos permiten un trabajo más robusto, con múltiples miradas y experticias. Eso siempre enriquece la investigación”, afirmó.

Modelo más robusto

Entre los desafíos futuros, el equipo coincide en la necesidad de fortalecer la prevención de la violencia de género desde enfoques pedagógicos, feministas y comunitarios.

Lelya Troncoso lo sintetizó así: “Hoy existe una sobrejudicialización. Se ha avanzado en regulación, pero falta pedagogía para entender las violencias, diferenciarlas y abordarlas sin que todo se reduzca al castigo. Prevenir requiere más conversación, más habilidades y más espacios donde podamos atrevernos a preguntar”.

La jornada cerró con una invitación a utilizar, compartir y seguir ampliando los productos del Anillo, que permanecerán disponibles para comunidades universitarias, organizaciones sociales y cualquier espacio que busque reflexionar sobre género, convivencia y transformación institucional.

Material disponible en este link.

Nota: Pamela Simonetti / Fotos: Denis Isla